Estoy en Managua y soy profesora de feminismo y estudios de género en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua. ¿Que cómo he llegado hasta aquí? En avión.
Aquella convocatoria del Programa de Voluntariado Internacional Universitario de la Comunidad de Madrid ofrecía una plaza por seis meses en la Coordinación de Comunicación para el Desarrollo de la UNAN-Managua. Yo leí algo de comunicación, universidad pública, servicio a la sociedad, Nicaragua, beca… y todo junto en mi cabeza creo una combinación de ilusión y motivación que, de algún modo, logré transmitir a quienes se encargaban de conceder la gran oportunidad que ahora mismo estoy viviendo. Y así, ilusionada, motivada, becada, liberada del trabajo de los últimos meses, cogí (digo, agarré) el avión que me trajo hasta aquí.
Al llegar me recibieron tarde y alegres. Tarde, porque en este universo el tiempo tiene otra dimensión. Alegres porque como dicen “aquí no se gana, pero se gosa”.
Me propuse desde el primer día redimensionar mi sistema de medida y hasta entones, leí y esperé, a veces paciente, a veces no tanto, a que llegara el día de empezar. Supongo que no me ayudó la imagen de inseguridad que ciertos consejos occidentales construyeron en mi mente inexperta. Primera vez en América. Primera vez en América Latina. Y cuatro meses más tarde, me río de aquel temor.
Resulta que aquí, en Centroamérica, las personas también viven.
En cualquier caso es bonito que a una la reciban alegre. Así, alegre, pasé a formar parte de la Coordinación de Comunicación para el Desarrollo de la UNAN-Managua. Me cedieron la docencia de las Prácticas de Especialización del tercer año y me dieron total libertad para plantear un programa de prácticas alrededor de un tema.
Me precedía la buena fama de quien estuvo aquí antes que yo. Laura trabajó con la prevención del VIH y el respeto a la diversidad sexual y, sin conocerme, me ayudó enormemente. Sus consejos prácticos, su buena intención e incluso la sola mención de su nombre me facilitaron el inicio de esta aventura. Tengo pendiente con ella una cita, cara a cara, de cerveza y gracias.
Feminismo y estudios de género. Ese fue el tema elegido. Yo venía de hacer un documental sobre periodismo con perspectiva de género en el que invertí muchas horas de producción y lectura. Y más que seguí leyendo al llegar aquí mientras la universidad estuvo tranquila en vacaciones hasta que comenzaron las clases del segundo semestre.
Desde entonces no he dejado de aprender. Para cada clase, coordino la llegada de personas que trabajan temas feministas en el ámbito local para que impartan charlas y talleres y compartan su experiencia con los y las futuras comunicadoras de Nicaragua. Cada semana, profundizamos a través de lecturas, vídeos y debate en distintos aspectos de los estudios de género: identificación y prevención de la violencia machista, derecho a decidir sobre el propio cuerpo, sexualidad femenina, transformación de las masculinidades, despenalización del aborto terapéutico, lenguaje inclusivo, etc.
De manera paralela los y las estudiantes van haciendo reportajes, crónicas, entrevistas… en las que ponen en práctica el ejercicio del periodismo con enfoque de género. Todos sus trabajos, se publican en La Púchica, el espacio feminista creado por las y los comunicadores de la UNAN-Managua. Dentro del grupo de clase creamos distintas comisiones de trabajo que coordinan el blog, las redes sociales y el programa de radio de La Púchica que se emite cada martes de 1pm a 2pm hora local en la radio en línea Music Box.
Además, ahora estamos participando con La Púchica en ETECOM, un concurso de Telefónica que fomenta la comunicación digital en Latinoamérica. Nuestra propuesta es ofrecer un espacio en el que las y los estudiantes de Comunicación para el Desarrollo puedan publicar sus prácticas de periodismo con enfoque de género al mismo tiempo que se incluye en la agenda de la comunidad universitaria el tema del feminismo. Aquí comparto el enlace de este blog, todavía en construcción: https://lapuchica.wordpress.com/
Por otro lado, mi trabajo en la coordinación ha pasado por colaborar en la organización de las XI Jornadas Universitarias de Desarrollo Científico para las carreras de Filología y Comunicación y Comunicación para el Desarrollo. Se trata de una especie de concurso de investigación en el que participan estudiantes de todas las áreas de conocimiento y que tienen como objetivo estimular la investigación en la universidad. El aprendizaje vivido con esta colaboración, con estas personas en realidad, ha sido infinito.
A mis compañeros y compañeras de la coordinación les debo mi admiración, sus historias de vida, sus recetas, su trato, sus invitaciones, su ambiente de trabajo, su jodedera… También a mis alumnas y a mis alumnos, y todas las personas con las que me he encontrado en la universidad, les debo cada lección aprendida.
En general, me encanta la comida nica y los paisajes paradisiacos que ofrece este país. Me gusta la alegría y la ligereza con la que se toman la vida las personas a este otro lado del Atlántico. Ese “yo me muero si a mí me pasa”… mentira. Nada. No hay nada más bello que un día detrás de otro día. Una sólo se muere una vez, y hasta entonces, todo es vida.
Sin embargo, reconozco sentirme más lejos que nunca de mi cultura, de mi forma de entender el trabajo, el mundo, el tiempo y sobre todo, las relaciones. Cuatro meses después sigo inmersa en un esfuerzo de integración permanente.
Yo sabía que con esto iba a aprender, pero no tenía ni idea de qué ni de cuánto. Me quedo con una frase de aquellas jornadas de formación en las que mucho insistían en prevenir nuestra anunciada frustración por no poder cambiar el mundo con nuestra acción. Era algo así como que si esta experiencia nos transformaba, si volvíamos a España siendo algo más como personas, como profesionales, habiendo visto y vivido algo distinto, entonces este programa de voluntariado habrá logrado su propósito.
A dos meses de agarrar (digo, coger) el avión de vuelta a España, y con un millón de cosas por hacer, me atrevo a adivinar que, según siento, de algún modo, se está cumpliendo el objetivo.
Isabel Ladrón Arroyo
*Según el Diccionario del Español de Nicaragua, ¡púchica! es una voz interjectiva (eufemismo de puta) que se usa para expresar asombro o extrañeza.
Espacio de trabajo en la Coordinación de la UNAN-Managua.
Presentación de la campaña “Transformando masculinidades” de la asociación Puntos de Encuentro.
Taller impartido por La Lupa Feminista sobre la despenalización del aborto terapéutico en Nicaragua.
Excursión con la clase de prácticas de especialización a la presentación de la campaña “Ser violento te hace menos” de La Corriente Feminista.
Desarrollo del programa de radio La Púchica que se emite cada martes en la radio en línea Music Box.
Logo de La Púchica.