PRIMER CONTACTO
Lo cierto es que una idea que al principio da bastante vértigo. Decidir un día que te vas a colaborar en un proyecto sin saber qué esperar.
Fue una decisión de última hora. Sabía que se había abierto una nueva convocatoria de voluntariado internacional y que podría ser una gran oportunidad como primer contacto con el voluntariado dirigido a la cooperación al desarrollo, en concreto, en mi tierra, América Latina.
No obstante, siempre aparecen miedos y temores, pensar que quizás no es el momento, que todavía no soy lo suficientemente apta, que es demasiado arriesgado, que qué será de mí en un destino tan lejano y desconocido lejos de mi gente y lo cómodo. Tras mucho pensarlo, la misma mañana en que se terminaba el plazo para enviar la solicitud me armé de valor y me dediqué a fondo a recopilar, rellenar lo necesario y correr por Alcalá para tenerlo todo a tiempo. Lo conseguí.
PREPARACIÓN
Semanas antes de embarcarme en esta nueva aventura era un manojo de nervios e ilusión. La idea de vivir durante unos meses en un país como Honduras daba vértigo y sentía la necesidad de saber lo máximo posible. En este punto, para mí fue esencial el apoyo de los voluntarios de años anteriores, la empatía fue máxima dado que ellos habían vivido lo mismo que yo en su día y me llevo grandes colegas y amigos. Asimismo, tengo claro que haré todo lo posible por echar una mano a los siguientes aventureros.
Además, pude contar con el apoyo de los coordinadores aquí en España y en el lugar de destino. Hay personas que hicieron todo lo posible para facilitarme la llegada, buscar un lugar donde vivir durante mi estancia y sobre todo aclaración de dudas del proyecto, que yo tenía muchisísimas.
LLEGADA Y FUNCIONES
No lo sentí real hasta que no llegué al aeropuerto de Toncotín, Tegucigalpa, cuando ya no había vuelta atrás. Empezaba una nueva pequeña etapa en mi vida. Pequeña pero muy intensa.
Llegué a Honduras para colaborar con el Comité de Eficiencia Energética de la Asociación Nacional de Industriales de Honduras (ANDI), sin embargo, como no empezamos con el tema inmediatamente, tuve la oportunidad de ayudar en varias de las áreas en las que trabaja la ANDI.
La oficina es pequeña pero muy acogedora, como una familia en la que compartíamos mucho, sentía que me cuidaban.
Entre las funciones que llevé a cabo fue ayudar en el área administrativa para mejorar el funcionamiento de la organización, concretamente a través de la elaboración de manuales de distintos procedimientos que se necesitan estandarizar. Asimismo, daba apoyo logístico a las actividades de la ANDI, como en capacitaciones a empresarios y estudiantes universitarios en temas de eficiencia energética. Otra de las misiones fue elaborar un documento jurídico que recogiera todos los puntos esenciales para que la ANDI pudiera convertirse en representante legal de los consumidores calificados de energía, para poder negociar de una forma más eficaz con el Estado las condiciones de los grandes consumidores de energía, es decir, la industria hondureña. También recibí formación sobre temas como marketing digital en cursos específicos para empresarios y autónomos y asistí a eventos variados como el de la aplicación del Convenio 69 de la Organización Internacional del Trabajo sobre los pueblos indígenas y tribales, o Actos contra la violencia. Realmente toqué todos los palos y aprendí a ver las cosas con la visión crítica que merecen.
Llegué meses antes de las elecciones por lo que también tuve la oportunidad de conocer a algunos de los candidatos a la presidencia que presentaron sus propuestas a los directivos de empresas pertenecientes a la ANDI. Además, se presentó el Tribunal Supremo Electoral a explicar sus funciones para garantizar unas elecciones transparentes. Meses más tarde se pudo comprobar que nada más lejos de la realidad, pero fue interesante.
HONDURAS
En cuanto a Honduras en sí, descubrir un país con una situación socio-política tan complicada fue toda una experiencia. Puede sonar muy típico, pero vivir ahí fue un golpe de realidad extremo, las diferencias existentes entre los sectores de la sociedad son abismales y se puede ver día a día en las calles. Yo nací más al sur, en concreto en Perú pero como me fui muy pequeña no era tan consciente del nivel de desigualdad.
Yo vivía en Tegucigalpa, una cuidad insultantemente cara para el sueldo medio de la población. Vivienda, ocio, transporte… Es importante saber hacer malabares con el presupuesto, todo un reto, pero imprescindible en un voluntariado.
Otro choque fue la forma de hablar, en mi ignorancia pensé que eso no sería problema para mí, pero nada que ver. Al principio tenía que concentrarme muchísimo para seguir una conversación y fui muy pesada preguntando el significado de expresiones y palabras cotidianas, pero realmente eso es lo que hay que hacer, nunca quedarse con la duda. Por ejemplo, “cipote” significa niño o joven y se usa mucho, sabiendo eso cuadraba todo. También hay que tener precaución con la palabra “pisar”, entre varias otras palabras. A la semana ya te haces.
Ya que estaba ahí aproveché para conocer lo máximo posible del país, mi estancia fue cortita, solo tres meses pero le saqué todo el partido que pude. Los fines de semana cogía mi mochila y salía a explorar, desde el Caribe a ruinas de antiguas civilizaciones mayas. Siempre con precaución y haciendo caso a las recomendaciones de la gente local, que es la que sabe.
CONCLUSIONES
En definitiva, es una experiencia que te enriquece en todos los sentidos, te permite conocer muchos aspectos de la vida, enfrentarte a situaciones que jamás te imaginarías que te podría pasar a ti. En mi caso, aprendí a ser más independiente, autogestionarme fondos limitados, vivir sola, relacionarme con todo tipo de gente, y en general, tener una mente y visión más abierta.
Me llevo gente maravillosa, montones de anécdotas y aún más sensibilidad. Honduras es complicada pero de verdad que conquista.