VOLUNTARIA URJC en el proyecto TECNICO SANITARIO PARA CLINICA UNIVERSITARIA EN TAMALE en la UNIVERSITY FOR DEVELOPMENT STUDIES, GHANA
Tras mucho pensar en cómo debería de comenzar este relato de mi experiencia como voluntaria en Ghana, he llegado a la conclusión de que, como en todas las historias, lo mejor es empezar por el principio.
¿Por qué decidí inscribirme en el programa? A día de hoy, puedo decir que aún no lo tengo muy claro, fue un impulso. Siempre había tenido en la recámara de mi mente que, en algún momento de mi vida, quería marcharme a hacer un voluntariado. Tras iniciarse el período de inscripción y sopesar mi situación personal, decidí que había muchos motivos por los que era el momento idóneo para realizarlo: me acababa de graduar como enfermera, no tenía un trabajo fijo, no tenía obligaciones de las que hacerme cargo (hijos, hipoteca…) y tenía un pequeño colchón de ahorros para ser independiente económicamente. Así pues, tras pasar entrevistas y presentar muchos papeles, me comunicaron que había sido seleccionada para ir a Ghana.
Era oficial, ya era de verdad. Una de las partes más difíciles fue comunicárselo a mi familia, porque, aunque sabía que lo iban a acabar aceptando, su reacción en un primer momento fue de preocupación e incertidumbre, cosa que achaco principalmente a la desinformación que todo el mundo tenemos (incluyo a mi yo del pasado en ese plural) de cómo son las cosas verdaderamente en África y no la imagen mental distorsionada que se tiene gracias a las películas. No obstante, tras documentarse y ver algún episodio de Españoles por el Mundo, me apoyaron y entendieron que quisiese hacerlo.
En ningún momento del proceso estuve nerviosa, ni siquiera cuando llegué. Mi primera impresión de los ghaneses fue muy positiva. Gente amable, acogedora y servicial. Todo el mundo te va a saludar, va a hablar contigo y te van a ayudar sin dudarlo ante cualquier problema que puedas tener, cosa que pude apreciar ya incluso en el propio aeropuerto. Me sorprendió mucho este contraste en comparación con el individualismo que predomina en Europa, donde a veces no sabes ni cómo se llama tu vecino de al lado. Pero, aunque fuese positivo, eso no quita que sea un lugar totalmente distinto de tu país y, por tanto, la adaptación al mismo sea un proceso que tienes que pasar.
En mi caso, iba a realizar mi trabajo en una clínica dentro de uno de los campus que tiene la University for Development Studies en la ciudad de Tamale, al norte del país. Las principales funciones de la clínica son dos: por un lado, planificación familiar y seguimiento de mujeres embarazadas, y por otro, tratamiento de pacientes de todas las edades que, en su inmensa mayoría, acuden porque tienen malaria. Tengo que decir en este aspecto que mi desempeño profesional en la clínica no es muy amplio, pero como ventaja, me permite estar muy cerca de la gente y aprender mucho más desde el punto de vista cultural.
Llegados a este punto, os preguntaréis qué es lo que más me ha impresionado o lo que se me ha hecho más difícil de mi estancia aquí. Y es, sin duda alguna, la forma de pensar y de trabajar de los ghaneses. Para ellos, el tiempo no existe de la misma forma que existe para nosotros, donde cada segundo cuenta. La calma es el principal pilar que mueve sus vidas y si pretendes que hagan algo que no coincida con su ritmo normal de hacer las cosas, te aseguro que no vas a ser capaz de conseguirlo. Puedo decir, tras mes y medio, que aún no he logrado adaptarme a ello, continúo siendo muy europea en ese sentido, pero sigo trabajando en ello. Al igual que también me parece muy complejo el intentar adaptar tu forma de pensar y tus estructuras mentales (conceptos de lo que está bien y mal, manera de hacer las cosas, organización, etc.) para que sean mínimamente parecidas a las suyas. Porque, al fin y al cabo, todo esto son conceptos subjetivos que dependen mucho de tu cultura, tu origen, tu educación, los medios de los que dispongas, etc. Por tanto, es importante aprender a no calificar las cosas como bien o mal, sino aceptar, comparar y observar cómo las hacen aquí.
Para concluir, y si hay alguien que me esté leyendo porque esté indeciso acerca de realizar un voluntariado o no, yo le diría, claramente: HAZLO. En ningún momento me he arrepentido de estar aquí y soy consciente de qué si hubiese dejado pasar esta oportunidad, probablemente nunca me hubiese atrevido a hacerlo.