Mozambique
“Nada hay ya de belleza ni de consuelo salvo para la mirada que, dirigiéndose al horror, lo afronta y, en la conciencia no atenuada de la negatividad, afirma la posibilidad de lo mejor” — Theodor W. Adorno
Mozambique ocupa los últimos puestos de muchos de los ránkings que Naciones Unidas se empeña en definir para medir el desarrollo de los estados. En Inhambane los grifos escupen agua, casi siempre fría y nunca potable, solo durante una tercera parte del día. Al menos en teoría, pues nadie se enjabona antes de haber abierto el grifo para comprobarlo. Aún no he tenido la oportunidad de conocer la realidad de los poblados, que constituyen una parte muy importante de la población y tienen peores condiciones de vida. Conviene recordar el papel que tiene en todo esto el capitalismo colonialista y extractivista.
A través del programa de Voluntariado UPCM he tenido la oportunidad de impartir clases y apoyar en el estudio a los alumnos del Máster de Estadística de la Universidade Pedagógica de Maputo durante los cursos propedéuticos de álgebra lineal y análisis matemático. Es impactante asumir el rol de docente por primera vez. Sin embargo, he sentido gran interés, agradecimiento y complicidad por su parte. Quiero valorar especialmente la acogida y la ayuda que me ha brindado el profesor José Manuel Samo, coordinador de dichos estudios. La educación, y en particular la formación técnica, son un derecho básico y constituyen un pilar para el desarrollo a largo plazo.
Durante mi estancia estoy teniendo el privilegio de colaborar también con el Instituto Nacional de Gestão e Redução do Risco de Desastres, en un proyecto de preposicionamiento de ayuda humanitaria mediante algoritmos de optimización.
Seguimos en un arduo proceso de recopilación de datos y coordinación con distintas entidades, nacionales e internacionales. Estoy aprendiendo mucho de la organización, de sus protocolos, metodologías y actividades. Confío en que este trabajo tenga un impacto real en las comunidades más vulnerables. La gestión de desastres y la cooperación internacional ayudan a construir infraestructuras y sociedades más justas y resilientes.
Tanto la Universidad de Pedagógica como el INGD están repletos de esperanza y de profesionales con muchísimos conocimientos que le dan forma.
En general la gente es muy abierta y amable. Suena música en el autobús (aquí se llama machimbombo, palabra que en Portugal es utilizada solo para los aparatos más viejos y destartalados), en el barco, en el banco, en la frontera, en el hospital…
La fruta sabe a fruta de verdad, no a E202 o E211, los pájaros parecen de mentira, he llorado de emoción al contemplar el otro lado de la bóveda celeste.
Estoy aprendiendo todo lo que puedo. Estoy aprendiendo portugués, a marcar la uve y la elle, a usar el futuro de subjuntivo. Estoy aprendiendo a orientarme sin Google Maps ni señalizaciones, a preguntar más cómo hacerlo, a preguntar más en general, a vivir a otro ritmo, a relativizar mis problemas y pensar fuera de las lógicas que traía de casa, a ver, a oír, y a callar. Estoy aprendiendo que no sabía nada del Sur Global.
Echo de menos a mi familia, pero no importa, porque sé que están orgullosos de mí.
En una hamaca, en Tofo, Mozambique, a 6 de septiembre de 2025.