Natalia Mora Priego, voluntaria UPM, Popayán, Colombia
Proyecto: «Fortalecimiento del Programa Social”
Qué curioso es el sentimiento que tenemos, cuando estamos inmersos en un proceso vital, de certeza de estar allá, como si estar donde estamos hubiera sido certero desde el comienzo.
Esta frase que aparentemente parece carente de sentido, será la que trataré de explicar en este breve texto.
Ahora y hoy, 91 días desde el comienzo de la experiencia, me remonto, gracias a escribir estas líneas, al día -61 de esta línea temporal, momento en el que cerraba el plazo para presentar la solicitud del voluntariado de la comunidad de Madrid. Recuerdo la noche de antes, como siempre a contrarreloj, preparando el currículum, donde apenas pude dormir a pesar de las ganas de soñar, pero los pies todavía muy en la tierra, considerándolo una oportunidad más.
Día -36. Revisando el correo, que tras el proceso de entrevistas era la primera acción que realizaba cada mañana. En aquel momento los pies empezaban a levitar unos metros por encima de la corteza terrestre tras haber superado dos procesos de entrevistas. Correo con título ¨Selección Voluntariado Internacional¨. De repente, Colombia, mi nombre, y el de una de mis mejores amigas, Uxue. Cómo explicar aquella sensación tan de mezcolanza. Ganas, ilusión, nervios, miedo. Un barrido por casi el abanico completo de sentimientos recorría a diario mi cuerpo.
Y llegó el día 0, el salto, tras el seguro, la visa, los vuelos, y todos los trámites burocráticos perfectamente completados, me encontraba en el aeropuerto Adolfo Suarez Madrid Barajas dispuesta a coger un avión con 10 horas de destino a Cali, Colombia. Fue en ese preciso momento, cuando de verdad me creí la realidad que me tocaba vivir.
Desde ese día 0, he vivido esa realidad como si fuera una verdad absoluta tiempo atrás. He tratado de exprimir cada momento, cada lección, cada palabra, cada sonrisa y cada pensamiento que la gente comparte contigo de manera generosa y altruista en este gran país, porque así es Colombia.
Han transcurrido 91 días en esta maravillosa ciudad sureña de Colombia, Popayán; situada en una de las regiones más rurales del país, Cauca, con una diversidad inexplorada aún por la historia violenta vivida y la falta de infraestructura y presencia del gobierno central. He podido probar el sabor caucano, de su gente, de su comida, de su música, de sus animales y sus plantas.
Considero la beca una oportunidad de aprender y crecer como persona, de poder relacionarte con otras culturas, y crear un hogar a 8.000 km de tu origen, donde crear nuevos vínculos y regalar nuevas sonrisas, y donde seguir proyectando un camino de vida que se enriquece con nuevas experiencias.