Mi nombre es Raquel Núñez de la Fuente y estoy colaborando en un proyecto de investigación sobre los Indicadores de Pobreza Energética en comunidades Indígenas, proyecto impulsado por la Universidad Intercultural Indígena de Michoacán (UIIM) en colaboración con mi universidad, la Carlos III de Madrid. Este trabajo de investigación consiste en la construcción de un método de evaluación de pobreza incorporando indicadores de pobreza de accesibilidad, cohesión social y sostenibilidad energética. El objetivo de este proyecto es poder identificar situaciones graves de pobreza energética y poder generar políticas públicas que coadyuven in la implantación de sistemas más asequibles, confiables, sostenibles y modernos.
Durante la estancia de los tres meses viví en Pátzcuaro, considerado uno de los Pueblos Mágicos de Michoacán. Es un encantador poblado con mercados llenos de color, rodeado de verdes montañas con pinos y abetos; puedes admirar sus casas hechas de adobe erigidas sobre las tranquilas calles mientras escuchas la música folclórica michoacana; sus paisajes conviven con las calles cuando se colman de cempasúchil junto al tranquilo lago que el primero de noviembre se llena de luz con los cirios que los pobladores encienden para recordar a sus muertos.
Asimismo, el lago de Pátzcuaro está rodeado de un gran número de comunidades indígenas, mayoritariamente de cultura purépecha. Cada pueblo es especializado en un tipo de artesanía en concreto, como, por ejemplo, la comunidad de Tzintzuntzan se dedica a la artesanía del barro y Paracho a la fabricación de guitarras. Cada lugar cuenta con unas tradiciones y costumbres muy arraigadas y realmente fascinantes. Es bonito ver y experimentar con tus propias carnes la manera en la que han luchado estas personas por su pueblo, su comunidad, sus tierras, sus costumbres, sus alimentos. Son lugres únicos donde he podido recobrar vida y energía ya que allí viven con una concepción totalmente diferente a la de España. El concepto de vida allí es algo más básico, y de esta manera, la forma en la que las personas se realizan y son felices. Sólo necesitan un poco de comida y estar rodeado de los más queridos, todo lo suyo es tuyo y todo lo que pueda ser compartido sabe mejor.
Sin embargo, mi experiencia favorita fue poder vivir su fiesta del Día de Muertos en las diferentes comunidades indígenas de la zona de Michoacán que fue donde la película de Coco se basó. La celebración del Día de Muertos se celebra una vez al año donde los difuntos vuelven al mundo para reunirse con sus seres queridos. Guiados por un luminoso camino hecho de pétalos de cempasúchil, llegan hasta los altares dedicados a ellos. Pan dulce, frutas, tamal forman parte de la ofrenda. Sus familias los esperan con cariño: cuentan historias, oran y celebran por la oportunidad de estar juntos otra vez y por lo vivido en el pasado.
El pueblo de Tzintzuntzan fue el que más me gustó. Tzintzuntzan (Lugar de colibríes) fue centro del Imperio Purépecha y primera ciudad capital de Michoacán. Se conservan construcciones prehispánicas conocidas como Las Yácatas y es uno de los mejores lugares para vivir el Día de Muertos.
Centrándome en cuestión de el trabajo que estoy realizando aquí, la investigación sobre los Indicadores de Pobreza Energética en poblados Indígenas me ha brindado una oportunidad única para poder ayudar a las personas que más lo necesitan al mismo tiempo que empleo mis conocimientos y mis herramientas que me proporcionó mis estudios en ingeniería. El trabajo realizado durante mi estancia consiste en diferentes fases: recopilar toda la bibliografía de indicadores de pobreza energética a nivel mundial, crear una matriz con todos estos diferentes instrumentos de medición energética y la realización de una prueba piloto en la comunidad de Tiríndaro. Esta última, consistió en, realizar un cuestionario con diferentes medidores de pobreza energética en los distintos hogares de la universidad y la toma de fotos para la mejor visualización de la privatización de las necesidades básicas no cubiertas en un hogar. De esta manera, se contó con el apoyo de unos seis alumnos de la universidad que viven en Tiríndaro y el apoyo del Jefe de Coordinación y así, se fue casa por casa evaluando las distintas situaciones que existían en cada hogar a nivel energético. Finalmente, tras la evaluación de la información obtenida por el Indicador de Pobreza Energética empleado en el proyecto piloto, se contrastó con la realidad. Así se logró modificar y complementar el instrumento de medición energética con el objetivo de recoger una información acorde a la realidad de la vida de las comunidades indígenas de Michoacán.
Como futuros trabajos, propuse la realización de una aplicación que pudiera recopilar toda la información de los indicadores de pobreza energética en una base de datos a nivel de México, y más tarde, mundial. De esta manera, se podría contrastar las diferentes situaciones y niveles de pobreza energética en todo el mundo ya que, las necesidades básicas no son más que derechos que tenemos las personas, y estos son y deberían ser iguales para todas y todos estemos donde estemos.
Me encantaría, en el futuro, seguir formando parte de este proyecto de investigación tan bonito e interesante desde Madrid y ayudar a que sea posible erradicar la pobreza energética de los hogares.
Es una experiencia única de por vida con un gran aprendizaje a nivel interno y con vivencias y amistades que perdurarán toda la vida