VOLUNTARIO UPM en el PROGRAMA DE ACOMPAÑAMIENTO AGRÍCOLA de ARENAS DEL DESIERTO, TINDOUF, ARGELIA
¿Por dónde empezar a hablar de esta aventura? Y digo aventura porque cuando inicias el voluntariado no tienes ni idea de lo que te vas a encontrar, y cualquier cosa que te hayas imaginado acaba estando bastante lejos de la realidad.
Comencemos por el viaje de ida, que pese a separarnos sólo 1.500 km te lleva el día entero. Escala en Argel con cambio de aeropuerto que aun estando contiguos nos habría supuesto un quebradero de cabeza si no fuera por Teslin, una encantadora saharaui (como todos) que conocimos, dado nuestro desconocimiento de árabe y francés. Llegada al aeropuerto de Tinduf y desplazamiento a la wilaya de Smara en convoy escoltado como si de una película se tratase. Sin duda, el cansancio del viaje se desvanece cuando te recibe la familia de acogida casi a las 2 de la mañana con una mesa repleta de comida esperando para cenar contigo.
Las condiciones en los campamentos son duras, aunque tenemos la suerte de vivir con una familia acomodada lo que nos permite tener bastantes comodidades. El calor a primeros de octubre es sofocante, en los meses de verano la situación debe ser cercana a lo inhabitable con temperaturas superiores a los 50 °C. Lo peor para nosotros posiblemente fue que el mes de octubre es el mes de las moscas. Este año parece que no hubo tantas pero sí hubo las suficientes como para que nos amargaran un poco los días.
Pese a ser un campo de refugiados no es un campo de refugiados típico, si es que tal concepto existe. Partiendo de la base de que los campamentos se fundaron hace más de 40 años, en ellos habitan hasta refugiados de tercera generación. Existe un sistema administrativo pleno controlados por el RASD (República Árabe Saharaui Democrática), no existen conflictos de etnias o religiosos, los niveles de seguridad son muy altos y cada wilaya (asentamiento) dispone de mercado con tiendas que cubren los servicios básicos. Los principales problemas que afrontan son los relacionados a la habitabilidad y climatología por su emplazamiento en la hamada argelina, y las casi nulas posibilidades de empleo. Aunque las necesidades mínimas nutricionales son cubiertas por la cesta de alimentos repartida por la Media Luna Roja saharaui gracias a la ayuda internacional, son habituales los problemas de anemia y desnutrición crónica en niños.
Nuestra función aquí consiste en asesorar al centro avícola situado en el Complejo Hussein Tamek y a los distintos huertos regionales emplazados en las diferentes wilayas. Más que asesorar, dado su alto nivel de conocimientos en varios ámbitos, nuestra labor finalmente ha sido la de recopilar información sobre la situación agronómica para la definición de futuros proyectos de desarrollo. Hemos aprendido que pese a las condiciones climáticas extremas, a la salinidad del agua, al bajo contenido de materia orgánica del suelo y a la falta de recurso, todo es posible siempre que se haga con inteligencia y la planificación adecuada.
En la segunda mitad de nuestra estancia colaboraremos con la Plataforma UPM sobre refugiados realizando el trabajo de campo de la metodología NAUTIA, herramienta diseñada para la identificación de las necesidades más acuciante de la población para poder hacer así propuestas de intervención en los sectores donde se vaya a tener un mayor impacto. Nuestro trabajo consistirá en la realización de talleres, encuestas en los hogares y comercios, y entrevistas con los líderes locales y los distintos actores que operan en los campamentos. Con ilusión confiamos en que esta tarea nos posibilite un mayor acercamiento y conocimiento de la realidad de la vida de los saharauis en el campo.
Uno de los momentos más emotivos fue asistir a la manifestación promovida por la Plataforma Gritos Contra el Muro Marroquí. Enfrente del muro de más de 2.700 km que separa los territorios ocupados por Marruecos de los territorios liberados bajo soberanía del RASD, rodeados por un campo de minas, los saharauis gritan sus reivindicaciones hacia los impasibles soldados marroquís que custodian el muro. Por un lado, se puede apreciar la emoción que sienten por estar en un pedazo de su territorio, en su país, algunos por primera vez en su vida. Por otro lado, te invade el dolor y la amargura que trasmite la visión del muro que los aleja de sus hogares y familias.
También tuvimos la posibilidad de adentrarnos más en los territorios liberados para visitar la pequeña base militar de Bir Lehlu ubicada en medio del desierto. Los militares desplazados allí nos recibieron como si fuéramos uno de ellos y pudimos pasar la noche al raso bajo un imponente cielo estrellado.
He mencionado a la familia de acogida pero en verdad debería referirme a ellos como nuestra familia. Como tal nos trataron desde el primer momento y como tal los consideramos. Pudimos asistir a la boda de la hija mayor, Senía. Posiblemente unas de las celebraciones más extrañas que pueda haber a ojos de un occidental. La boda dura dos días, aunque las distintas celebraciones y cenas se prolongan por más de una semana. El primer día es la boda en sí, o mejor dicho la firma de papeles, sin los novios… Estos no aparecen en ningún momento el primer día. Las mujeres y los hombres celebran por separado, aunque sería más acertado decir que las mujeres celebran, cantan, bailan… y los hombres no hacen nada. El yerno no puede ver a los suegros, cuestión de vergüenza, pero no sólo durante la boda sino ni siquiera después, hasta que pase un tiempo prudencial. La novia el segundo día, cuando finalmente hace acto de presencia, debe guardar en todo momento un semblante serio. Tantas cosas que son lo opuesto a lo que estamos acostumbrados.
Javier Delgado Carretero