Eran las 00:10 y aún no me lo creía, estaba caminando por los pasillos solitarios y oscuros del aeropuerto de Barranquilla (Colombia). Acababa de empezar julio y con él toda una etapa en mi vida, por delante seis meses, por detrás veintiún años llenos de experiencias, amigos y estudios. Pero nada había sido como ese momento, enfrentado a una cultura diferente, sin gente conocida y con mucho papel leído pero pocas manos realizadas. Todo era nuevo, como estar en el precipicio, la ilusión, el vértigo y la adrenalina se mezclaban por igual en aquella pequeña cola de la aduana. Pensando en ese momento me parece que ha pasado un año, pero apenas han sido tres meses, la culpa es de todas las personas tan chéveres que me han ido apoyando y acompañando en esta corta experiencia: en la casa, la oficina, la universidad, la ciudad, los viajes… La lista de nombres propios sería interminable, al igual que la gratitud que les tengo a cada una de ellas.
El primer mes fue el del impacto, el impacto del calor, del vocabulario, de las normas sociales, del transporte, todo diferente. Aunque el impacto fue bien amortiguado gracias al buen carácter costeño, su simpatía, atención y alegría fueron un airbag muy eficaz. Una vez pasado ya pude empezar a ver la panorámica, como cuando se llega a un mirador, primero se observa el paisaje, luego te fijas en lo que más te llama la atención, y por último sacas los prismáticos para observar los detalles. El paisaje colombiano es de los más biodiversos del mundo, y también lo es su paisaje social y cultural, y toda esa diversidad está conformada por personas concretas realizando acciones concretas; en este segundo periodo procuré determinar en qué áreas se podía actuar y con qué personas podía colaborar, así se fueron gestando diferentes proyectos. Y ahora creo que puedo decir que estoy en una tercera etapa de desarrollo, cuando los proyectos empiezan a germinar y ya se empieza a ser parte de ese paisaje. Sin embargo, como siempre suele suceder, las etapas no son delimitadas, se van mezclando y aún sigo viviendo las anteriores simultáneamente, más bien podría decir que se van acumulando: Nunca se deja de aprender palabras o expresiones nuevas, nunca se deja de conocer nuevas personas y proyectos, nunca se deja de ver oportunidades, nunca se deja el nunca.
El trabajo lo desarrollo en el programa de Univoluntarios, la oficina de voluntariado de la Universidad del Norte (Barranquilla). Aquí estoy apoyando el desarrollo del voluntariado medioambiental, un campo apenas iniciado por Jorge, el voluntario del año pasado. El reto principal es conseguir dejar organizado un grupo de voluntarios que mantengan estas actividades y se consolide como un área de voluntariado dentro del programa de Univoluntarios. Estos proyectos que van germinando son básicamente de dos tipos, unos internos a la universidad y otros con proyección al exterior.
El proyecto bandera es el Aula Viva, iniciada hace dos años e impulsada por Jorge el año pasado, este año toca recuperarla tras un periodo de abandono, y en esas aún estamos; parte del fortalecimiento del voluntariado medioambiental pasa porque Univoluntarios tenga presencia en el Comité de EcoCampus de la Universidad del Norte, un grupo de profesores y trabajadores de la universidad de quienes aprender mucho de su compromiso y trabajo con la sostenibilidad del campus y de la ciudad, por ello en ese marco se están desarrollando otras propuestas como la reforestación de mangles o un proyecto para evitar las colisiones de las aves en las ventanas de la universidad, así como establecer colaboraciones con otros actores de la universidad como el grupo estudiantil Green Generation o el grupo FeliNorte, dedicado al cuidado de los gatos que abundan en el campus. Además, se está trabajando para hacer proyectos comunes con Mapuka, el museo de la universidad dedicado a la divulgación e investigación de los pueblos del Caribe colombiano.
De cara al exterior la propuesta es hacer alianzas con otras organizaciones y fundaciones que trabajen en la misma temática. En esta línea se ha hecho alianza con RECCaribe para desarrollar talleres de huerta urbana en el Aula Viva y para colaborar en la difusión y logística del II Foro Mi Barrio Verde sobre sostenibilidad urbana que organiza esta institución. Además, se está viendo la manera de colaborar con Los Camilos en el barrio de La Paz, un barrio del sur de la ciudad con necesidades sociales y económicas donde esta organización lleva trabajando más de cuarenta años desarrollando diferentes proyectos enfocados a construir una sana comunidad, tanto en lo material como en lo cultural y espiritual. En proyecto está la elaboración de una red de contactos donde queden en comunicación todos aquellos que trabajen con huertas urbanas o en temas de sostenibilidad ambiental en la ciudad del Barranquilla. El último proyecto que se está desarrollando es la elaboración de un taller donde, a través de juegos y diversas actividades, se enseñe a los niños la importancia del cuidado de la naturaleza, por ahora está hecho uno sobre la importancia de los árboles y sus servicios que se llevará próximamente a aquellos colegios o instituciones que lo soliciten.
Para mí está siendo una experiencia increíble, tal vez el verbo que más se ajuste sea aprender, aprender de tantas personas maravillosas; aprender también de uno mismo, viendo las posibilidades y las capacidades que se abren tras salir de la zona de confort; aprender de las situaciones y los lugares; aprender a base de errores, avisos y consejos; aprender que no todo se aprende en el aula, que de los conocimientos más importantes nunca te examinaste. Igualmente importante es disfrutar, disfrutar de las personas; disfrutar de uno mismo, viendo cómo se crece; disfrutar de las situaciones y lugares; disfrutar de los aciertos; disfrutar de poder aprender. Y no se puede olvidar conjugar el verbo conocer, conocer a las personas; conocerse uno mismo; conocer las situaciones y lugares; conocer los errores y aciertos; conocer el disfrute de aprender.
Pero los verbos sin adjetivos se quedan huérfanos. Esta experiencia de aprender, disfrutar y conocer está siendo muy chévere, es más, full bacana.
Iñigo Vitón García
Las compañeras de la oficina de Univoluntarios… Y uno más.
Con Iván Bustillo (fundador y director de RECCaribe) y los univoluntarios que están colaborando en la difusión y logística del II Foro Mi Barrio Verde.
Capacitación a los jardineros de la universidad para establecer un protocolo en caso de que se encuentren un ave muerta o herida a causa de un impacto contra algún cristal.
Trabajando en el mantenimiento del Aula Viva.