Llegué a Perú el 7 de julio con mucha ilusión por tener la oportunidad de poder viajar a otro lugar y colaborar y trabajar con ellos y a la vez nervios porque, era la primera vez que viajaba tan lejos, durante tanto tiempo, a otra cultura diferente y sin saber dónde viviría ni con quien trabajaría.
Recuerdo el primer día que llegué a Arequipa, después de un largo viaje con algún retraso en los vuelos llegué al aeropuerto de Arequipa dónde me recogerían mis tutores. Fue gracioso, porque llegaron con retraso por unos problemas logísticos y no tenía manera de comunicarme con ellos ni saber dónde tenía que ir con el taxi. Finalmente llegaron y me llevaron a la universidad dónde todos me estaban esperando y me recibieron desde el primer momento con los brazos abiertos.
Lo que más te abruma al llegar, es el tráfico. Es muy caótico y tienes que tener cuidado al cruzar las calles, ya que no se respeta al peatón y los coches no se detienen. A veces, es tan abrumador que no te permite apreciar todo lo que hay a tu alrededor. Pero una vez que pasa el tiempo, ya te acostumbras y pasa a un segundo plano, y te permite conocer muchas más cosas del entorno en el que vives.
En lo referente a mi llegada, la verdad es que tengo que decir que fue genial, porque desde el primer momento me ayudaron en todo y me acogieron. Mis tutores son grandes personas, que se han preocupado de que estuviese bien.
Una de mis preocupaciones al principio, era como me adaptaría a la nueva comida; pero tengo que decir que la preocupación era infundada porque todo aquí es riquísimo y tienen una gran cantidad de platos. Es cierto que algunos alimentos de España no se encuentran aquí, pero te permite descubrir nuevos alimentos y sabores. En la universidad, desde el primer momento me explicaron en todos los proyectos que colaboraría y mi labor, por lo que no pasó muchos días hasta que estuve trabajando al 100 x 100.
En cuanto a la labor que estoy realizando en Arequipa, es muy diversa. Por un lado, estoy colaborando en varios proyectos de investigación que están llevando a cabo en humedales de alta montaña para determinar servicios ecosistémicos y su contribución en la mitigación de los efectos del cambio climático. Para ello estamos realizando mediciones de flujos de CO2, carbono almacenado en el suelo, evaluación de la calidad del agua y todo ellos a más de 4700 metros de altura.
Otro de los proyectos en los que colaboro, es en un ecosistema totalmente diferente, en desiertos de la costa, que están afectados por las neblinas que provienen del mar, y estos ecosistemas son muy importantes y considerados frágiles debido a los efectos que puede tener el cambio climático en los mismos. Además, me han dado la oportunidad de colaborar en diversos cursos y salidas de campo que han realizado con la asignatura de ecología, apoyándoles en su trabajo.
Próximamente, tendré la oportunidad de ayudar dando apoyo a los guardaparques del Parque Nacional del Manu (¡¡A la selva!!), dándome la oportunidad de conocer una nuevo ecosistema totalmente desconocido para mí, y como bióloga que soy, es una gran oportunidad de conocer la gran biodiversidad que alberga este lugar.
En cuanto a mi valoración general, es una gran experiencia que recomiendo a todo el mundo. Te cambia en cuanto a la forma de ver la vida y te permite conocer otra realidad. Al principio te puede asustar, el estar tanto tiempo fuera y tan lejos. Pero creo que ahora el temor de todos, o al menos el mío, es que el tiempo está pasando volando y está experiencia está acabando, y el tener que despedirte de gente con la que has entablado una gran amistad. Mi consejo es disfrutar cada día y aprovechar al máximo el tiempo y vivir el presente.
Raquel Ruiz