Todo eran nervios las semanas de antes del viaje, había demasiadas preguntas sin contestar en esa mente cuadriculada que poco a poco ha ido fluyendo en la espontaneidad.
Mi experiencia de voluntariado está siendo en Barahona, en el sur de República Dominicana. Concretamente estoy de apoyo docente en el área de enfermería de la Universidad Católica Tecnológica de Barahona (UCATEBA)
Cuando llegué, aquí estaba esperándome Sara, compañera de voluntariado que estaba a 10 días de irse. Gracias a ella y a los trabajadores de Ucateba el aterrizaje no fue del todo estrepitoso. Nada más poner los pies en el país te das cuenta que la vida aquí es totalmente diferente. Nada es igual, incluso compartiendo idioma al principio me pasaba conversaciones enteras sin siquiera aproximarme a entender de lo que se estaba hablando. Poco a poco te haces con un nuevo vocabulario, con palabras y frases como “estar killado”, “vaina”, “pleito”, «chencho», «guayar», “tostones”, “sancocho” y conoces de cerca el famoso “ahorita” o en Barahonero “orita”. Esta inmersión en la cultura dominicana incluye por supuesto comer toda la comida criolla que se pueda encontrar, descubrir frutas nuevas y probarlas todas, bailar bachata, merengue, salsa e incluso dembow, salir a charlar con las vecinas cuando anochece e incluso jugar al dominó en el colmado. La inmersión es tal que ya no voy a poder vivir sin aguacate ni plátano, y el día que no escucho alguna bachata lo echo de menos.
A pesar del miedo que la gente te suele meter en el cuerpo sobre la seguridad en el país, mi impresión es que la gente aquí generalmente es buena, todo el mundo te ayuda si lo necesitas y se preocupan, aunque obviamente hay que cuidarse del “tigeraje”. Ahora, dos meses después de haber llegado, veo la vida aquí con otros ojos totalmente diferentes, todo el miedo desapareció, y me siento totalmente agusto.
También me doy cuenta de todas las pequeñas cosas que voy a echar de menos, como por ejemplo tener el mar bien cerca, ir a comprar al “mercao”, la humildad de la gente, la espontaneidad, el “ke lo ke mi helmana” o el ir en motoconcho a cualquier lado.
Respecto a mi labor aquí, continué con la asignatura de Enfermería que daba Sara, realice varios talleres para las alumnas y los impartí también en otra universidad que hay en Barahona. Además di clases sobre salud sexual en el Licateba (instituto que pertenece a Ucateba). Como mi área dentro de la enfermería es la de Cuidados Intensivos, fui al Hospital regional, donde trabaje con las enfermeras de esta área e impartí otro taller al personal de UCI y emergencias. Ahora, estando a tres semanas de acabar el voluntariado me siento feliz de todas las actividades que he podido realizar y me quedo con las ganas de aprender, con el cariño de las alumnas y con la posibilidad de haber podido influenciar en el desarrollo de esas personas como profesionales.
Personalmente, esta experiencia me ha servido para crecer, continuar en ese continuo cambio, y al fin y al cabo, para espabilar. Dejar atrás muchas cosas, conocerme, enfrentar miedos, vivir sola en un lugar desconocido y adaptarme.
Todo este proceso ha estado influenciado y propiciado por todas esas personas que me he cruzado en el camino, desde aquellos hombres que por la calle te lanzan comentarios machistas, a esas personas que me han abierto nuevos caminos y me han enseñado tanto.
Jornada de concienciación sobre enfermedades transmitidas por mosquitos y criaderos de mosquitos realizada por alumnas de enfermería
Taller a alumnas de enfermería en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD)
Clase en UCATEBA
Taller RCP en la UASD
Taller RCP enfermeras Hospital Jaime Mota
Talleres de prevención de Infecciones de Transmisión Sexual en LICATEBA