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Experiencia de Sara Fornoza
12 de diciembre de 2017
Acto de clausura de la 3ª Edición del Programa
13 de febrero de 2018
Publicado por Colaborador en 14 de diciembre de 2017
Categorías
  • Carmen Rodríguez Guerrero
Etiquetas
  • 2017
  • EL SALVADOR
  • URJC

Cuando recibí el correo en el que me informaban de que era la seleccionada para el voluntariado en Suchitoto, El Salvador, no me lo podía creer. Una mezcla de emociones se apoderaron de mí; alegría, miedo, inseguridad, ganas, vértigo. Y todas se desarrollaron en la primera semana en el país.

A pesar de compartir idioma, a veces no entendía nada: púchica, huacal, pupusa, chivo… Y viceversa… ¡Fregar y coger no significan lo mismo!

Suchitoto, el pueblo en el que estoy, es un epicentro de activismo, solidaridad y creatividad del país. Trabajo en el Centro Arte Para la Paz, espacio en el que se desarrollan multitud de actividades, siendo uno de los pulmones de la sociedad de Suchitoto. Se realizan talleres artísticos y musicales gratuitos. Para financiar esos talleres, cuentan con un pequeño museo, hostal y cafetería. Mi labor aquí es… lo que sea necesario. Fotografías y edición de vídeo, crear una base de datos audiovisual, diseñar el material gráfico para diversos eventos, organizar y participar en talleres o encargarme de la recepción. Además colaboro en un proyecto de empoderamiento de las mujeres rurales para gestionar sus planes de vida así como en otras ONGs de la zona realizando talleres de inglés y arte con niños.

Sin embargo, de lo que más he aprendido es de la gente. La fuerza, las ganas de vivir y cómo no perder la sonrisa a pesar de trabajar de sol a sol (o de lluvia a lluvia). Conocer a alguien y que a la tercera frase te invite a su casa. Compartir aunque se tenga  poco, de donde come uno, comen tres. Me llevo amigxs para toda la vida.

Además, el paisaje en el que se enmarca el país es espectacular. La naturaleza en todo su esplendor. La exuberancia de Madre Tierra (hacia la cual existe una gran cultura de veneración) se manifiesta en cientos de colores; el sol, los lagos, el arcoíris, e incluso la muerte se contrarresta pintando las tumbas con vivos colores.

En resumen, esta experiencia me está ayudando a conectar conmigo misma y entender el mundo como un todo, sin fronteras, sin muros.

Ya estoy deseando volver a mi segunda casa: El Salvador

 

 

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Colaborador
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