El ecuador de mi viaje a Ecuador.
Estoy viviendo en La Unión, un pueblecito de la provincia de Azuay (Ecuador) en dónde llueve mucho. Los días se suceden demasiado rápido y las visitas a las comunidades rurales de la zona ya forman parte de la cotidianidad de mi día a día. Ya me he habituado a la humedad de la región, al olor a lluvia por las mañanas y a la personalidad única y acogedora de mis compañeros. Aunque siendo sincera, me resulta imposible acostumbrarme a la viveza de los colores y al ritmo desenfrenado propio de la zona, al alboroto del mercado y a las honradas costumbres de sus gentes. Encuentro cierta belleza en este desorden caótico y el aprendizaje de los últimos meses me reafirma en la decisión de haber emprendido esta bonita aventura.
Estoy trabajando con Ayuda en Acción en el marco del proyecto ‘Mujeres Campesinas Liderando’ que pretende mejorar la gestión de los recursos naturales y la gestión sostenible de las actividades productivas lideradas por organizaciones de mujeres y mixtas. Más concretamente, trabajo con nueve organizaciones productores de cuyes y seis organizaciones especializadas en el acopio, transformación y comercialización de la leche. Mi actividad se traduce en el fomento de los productos locales y su posterior integración en los mercados regionales y nacionales, con el objetivo último de potenciar las ventas y generar nuevas fuentes de ingresos que garanticen la soberanía alimentaria del Área de Desarrollo Territorial. Cada día es diferente y ante cada contratiempo, el equipo se reinventa de una manera admirable para buscar soluciones y luchar contra las grandes injusticias estructurales y sistemáticas del país, y para que engañarnos, también del mundo. En las visitas a las comunidades realizamos diversas actividades que van desde talleres de registros de producción y venta, hasta reuniones de fortalecimiento organizativo. Compartir diferentes puntos de vista entre los miembros de las organizaciones es imprescindible en este contexto, pues si algo me han enseñado en Ecuador, es que aquí se aprende haciendo y compartiendo. Durante las reuniones, intento mimetizarme con el entorno y empaparme al máximo de la manera de hablar, del acento y de la cultura. A veces, me ven llegar desde lejos y me llaman gringa y se ríen mucho, conmigo, creo.
Algunos días, con suerte, comemos con algunos miembros de las comunidades y fortalecemos los vínculos más allá del ambiente de trabajo, y si tienes mucha suerte, te sirven cuy. Otros, organizamos una Pambamesa (mesa común o la mesa de todos) con las organizaciones o cocino (o al menos lo intento) con parte del equipo. Estoy probando una infinidad de platos típicos e intentando liberarme de cualquier prejuicio que pudiera acompañarme desde España.
Estos momentos me permiten ver el mundo con otra mirada y desde otra perspectiva, lo que resulta esencial en el intento de comprender las dinámicas que caracterizan a las comunidades de la zona. El proyecto fomenta la producción y comercialización asociativa y la organización de las comunidades, tratando de transmitir la importancia de trabajar en equipo para lograr fines comunes.
El cambio que busca Ayuda en Acción es estructural y radical, porque genera y exige cambios totales y de raíz: dedica y planifica recursos en posiciones estratégicas que van mucho más allá de lo superficial y conecta con sus gentes desde la humildad, con la mirada siempre puesta en el objetivo final del proyecto: establecer una capacitación que permita a las comunidades convertirse en sus propios actores de desarrollo.