Mi nombre es Mario González Azcárate y he pasado tres meses de voluntariado internacional en la región del Cauca en Colombia. El contexto político de esta región es muy complicado, siendo uno de los epicentros del conflicto armado colombiano y donde la población se ha encontrado en medio de un complejo conjunto de intereses de las guerrillas, gobierno, paramilitares y grupos del narcotráfico. En este contexto de violencia contemporánea en Colombia, más de seis millones de personas se han visto forzadas a desplazarse dentro y fuera del territorio nacional, abandonando sus hogares y sus tierras, sus bienes, sus costumbres, sus comunidades y sus medios de vida. Las consecuencias son devastadoras, no solo en el ámbito sociodemográfico, sino que además inducen profundas secuelas territoriales en los espacios agrarios, urbanos o en los espacios naturales y protegidos. Actualmente, con el cambio de gobierno se vive un momento muy particular en la política colombiana, donde se han creado muchas expectativas para una región muchas veces olvidada que ahora tiene una vicepresidenta de la región.
Como parte de los acuerdos de paz, el programa de frutos de la restitución busca apoyar a las víctimas que regresan a sus territorios tras el desplazamiento forzado. En este sentido, la producción de café es una de las alternativas más viables para el desarrollo de la economía rural debido a la alta capacidad productiva del territorio, su potencial de creación de valor añadido y su alto requerimiento de mano de obra, especialmente femenina.
En este contexto, he colaborado con el programa mundial de alimentos, la universidad UNICOMFACAUCA y fundaciones locales para apoyar a la organización de mujeres y jóvenes cafeteras Fortaleza y Paz de Cajibío- Cauca. Ellas mismas se definen como:
“Somos una organización de 60 familias, liderada por mujeres y jóvenes del Municipio de Cajibío (Cauca) víctimas del conflicto armado que hemos sufrido en nuestro municipio por la violencia, ya sea material y psicológicamente, el cual quisiéramos dejarlo atrás y proyectarnos a través del café.”
Como parte de mi trabajo, estoy apoyando a la asociación para generar visibilidad de su proyecto y desarrollar canales de comercialización con valor añadido para vender su café. Asimismo, estoy diseñando un proyecto para obtener financiación internacional que permita continuar con las capacitaciones y el desarrollo de infraestructura para la transformación del café, dando continuidad al proyecto del programa mundial de alimentos que se ha quedado sin recursos. Por otro lado, he diseñado un proyecto de UNICOMFACAUCA para financiar pequeñas acciones que apoyen a la organización con capacitación y presencia en internet, así como la realización de una comunicación científica sobre el proyecto. Además, estoy colaborando con esta misma universidad para realizar una presentación en un congreso a finales de abril. Por último, estoy ayudando a otro grupo de investigación de la Universidad del Cauca que trabaja con esta y otras organizaciones a crear un instituto de investigación mediante la conexión con investigadores e instituciones extranjeras.
A nivel personal, la hospitalidad de la comunidad colombiana ha sido extraordinaria, ofreciendo su ayuda con todo lo que he necesitado. Son gentes extremadamente afables, la gastronomía payanesa (de Popayán) es simple pero sabrosa y los habitantes de la ciudad están acostumbrados a un ritmo de vida diferente, muy alejado del ritmo frenético de Madrid, donde el sentido de comunidad es un factor importante en el día a día de la población.