UNIVERSIDAD: UNIVERSIDAD REY JUAN CARLOS
REDACCIÓN DEL ARTÍCULO: MEDIA ESTANCIA
Mi nombre es Ana Martín Díaz, soy estudiante del doble grado de Ingeniería Ambiental e Ingeniería en Organización Industrial en la URJC y he formado parte del V Programa de Voluntariado Internacional de las Universidades Públicas de la Comunidad de Madrid.
Hace ya más de un mes que salí de Barajas con una maleta llena de todas las cosas imaginables que pudiera necesitar en mi nueva aventura, comenzando por todo un arsenal para luchar contra los mosquitos. Pero ese no era el único equipaje que me acompañaba en mi viaje, también cargaba a mi espalda una mochila llena de miedos, inseguridades por el trabajo a llevar a cabo y mucha incertidumbre por lo que me fuera a encontrar al otro lado del charco.
Después de un largo vuelo y un camino por carretera de varias horas, las ganas de al fin llegar a Muyupampa (también conocida como Miamipampa) y conocer cuál sería el lugar que me acogería los próximos meses iban en aumento a un ritmo exponencial.
Desde el primer momento en que llegué a Bolivia he tenido la suerte de contar con un equipo genial que me ha acompañado a lo largo de esta experiencia.
Una vez allí, me encontré con un pueblo pequeño, tranquilo, bastante parecido a lo que estoy acostumbrada después de pasar 18 años de mi vida en uno semejante. Pero también me di de bruces con algunas realidades que tienen lugar aquí, sobre todo en las comunidades más pequeñas y que hasta entonces eran ajenas a mí: carreteras peligrosas, instalaciones sumamente rudimentarias y hogares construidos de adobe o tablas de madera lejos de la comodidad a la que muchos estamos acostumbrados.
Algunos días después de mi llegada, lejos del ruido y tráfico de Madrid me he visto inmersa en un remanso de paz y naturaleza digno de las más impresionantes películas, y poco a poco, he ido cambiando los miedos que traje en mi maleta por comodidad y la incertidumbre por curiosidad y ganas de aprender de este país que tienen tanto que ofrecer.
De cualquier experiencia posible, siempre suelen haber todo tipo de momentos, un lado positivo y otro que, a veces, puede no serlo tanto, pero, de cualquier forma, estas situaciones siempre conllevan un aprendizaje y dan vida a un viaje, y en mi caso no fue la excepción. Pero ahora a mi vuelta, puedo afirmar con rotundidad que los lugares visitados, la gente conocida en el camino, la acogida recibida en cada momento, el acercamiento a una cultura tan rica para así conocer mejor sus tradiciones y modo de vida, las comidas saboreadas, los paisajes naturales descubiertos… hacen que merezca la pena cada piedra que haya podido encontrar en el camino.
Siempre he tenido inquietud por participar en programas de voluntariado como este para así aportar, como siempre se dice “mi granito de arena”, pero sobre todo aprender en este caso de un país como Bolivia que aún conserva su cultura y tradición. Es por ello, que cuando finalmente el servicio de Voluntariado de la URJC me anunció que sería la persona que viajaría a Bolivia para colaborar en el proyecto sentí una alegría tremenda.
Las organizaciones con las que he colaborado son Ayuda en Acción desde España y la fundación NOR SUD, que es el socio local con quien he llevado a cabo el trabajo en zona.
En este tiempo mi trabajo se ha basado en analizar el estado de los recursos hídricos superficiales par así diseñar un modelo de estrategia para la construcción de la resiliencia social, económica y ecológica, enfocado en la gestión integral del recurso agua, en el contexto de una comunidad de la microcuenca Pedernal del Municipio de Monteagudo de la Región Chaco Chuquisaqueño, para la resiliencia y la adaptación de los medios de vida al contexto de la sequía y cambio climático.