Hola a todxs,
Mi nombre es Alicia Cruz y soy estudiante de 4 año del Grado de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid.
Actualmente me encuentro haciendo voluntariado en la organización FUNDAP -de la mano de la Fundación FABRE- en Quetzaltenango, Guatemala. El programa en el que participo es conocido como Becas para la Niña. Este se encuentra enfocado en la ayuda económica para la educación a las niñas en situación de vulnerabilidad en la región de Quetzaltenango; además de en ofrecer un acompañamiento y apoyo complementario para las familias.
Mi función aquí es muy amplia. A nivel administrativo, me encargo de evaluar los sistemas pedagógicos utilizados a la hora de tratar con las niñas becadas y la posterior creación de proyectos de mejora. A nivel de campo, mi papel es visitar a las niñas para comprobar la situación en la que se encuentran en la entrada del nuevo año escolar, seleccionar a nuevas niñas becadas a través de la visita de escuelas y el trato con directores y la formación de exbecadas para que funcionen como actor clave en actividades de lectura para las niñas.
Hasta ahora la experiencia está siendo increíble. La organización me ha acogido con los brazos abiertos desde el momento en el que llegué al país. Todos los coordinadores y técnicos con los que comparto mi tiempo en el voluntariado son personas maravillosas que cuidan de mi en todo momento. No obstante, no se puede decir que todo es de color de rosa. La situación con la que convivimos día a día con las familias es muy dura. Las poblaciones del área rural viven en situaciones muy precarias y complejas. A lo cual se suma, por lo general, el crecimiento de las niñas en familias desestructuradas. Sin embargo, es aquí donde nace lo bonito. En las ganas de las niñas y de sus familias de luchar por una educación de calidad en un país con poca atención a este ámbito. Ver cómo madres y padres se esfuerzan para darle a sus hijos lo que ellos no pudieron tener es precioso.
Además, el proyecto le da gran importancia a las encargadas de las niñas, dotándolas a ellas también de la oportunidad de asumir un papel clave en la educación de todas las niñas de la comunidad, a la vez que reciben capacitaciones que las hace crecer como personas. Personalmente, diré que está siendo una oportunidad espectacular, unida a la suerte de poder conocer la belleza del país, su cultura y su gente desde lo más auténtico y profundo. Afronto esta segunda etapa con el corazón abierto, con una felicidad inmensa y con ganas de continuar dando lo mejor de mí.