Van a hacer dos meses de mi llegada a Moshi, esta vibrante ciudad del norte de Tanzania. Cada vez más cosas se vuelen cotidianas hasta el punto de poder decir que este es mi nuevo hogar. Al principio esta desconocida realidad abruma, pero no cuesta acostumbrarse al ritmo de vida africano. Aquí todo va pole pole (despacio) y el simple hecho de observar se vuelve un placer diario.
He viajado hasta aquí para trabajar en el puesto de coordinadora de Medio Ambiente y Agua en TATU Project. Esta ONG colabora las comunidades rurales de Msitu Wa Tembo (Templo de Elefantes) y Londoto implementado proyectos de desarrollo sostenible. Cada semana es diferente. En estrecha cooperación con Godwin, mi manager aquí, atendemos a mítines, damos seminarios a las escuelas y vecinos de por aquí sobre educación ambiental y buscamos fuentes de financiación para solucionar los problemas que necesitan más dinero. Ahora mismo, la prioridad es conseguir unos filtros para purificar los altos niveles de flúor en los pozos que TATU Project ha excavado en la comunidad. Después de su construcción un 70% de la población tiene en acceso a agua potable en comparación al escaso 3% de antes. Sin embargo, tras el análisis químico del agua obtenida en estos pozos se detectó la importancia de reducir los niveles de flúor hasta los recomendables por la OMS para evitar futuros problemas de salud como la fluorosis dental. Otra de las iniciativas que tiene TATU en la que actualmente estamos trabajando es la fijación de vegetación en los márgenes de río Pangani. Todos los años, en época de lluvias este río que cruza la comunidad se desborda. Como consecuencia hay importantes pérdidas en los cultivos de muchos agricultores y sus infraestructuras adyacentes. Además, Msitu Wa Tembo suele quedarse incomunicado del resto de la comarca porque la principal carretera de salida queda bloqueada por el agua. Para evitar este fenómeno se han construido unas laderas al largo de la zona que se desborda. El objetivo es revestirlas con hierbas autóctonas que fijen el suelo, previniendo la erosión hídrica de los taludes por el agua y el desbordamiento del río.
Todos los proyectos son muy interesantes, pero lo que más disfruto es de la sencillez con la que la vida de desarrolla aquí. En contraste a las formalidades de los grandes negocios, aquí a menudo las reuniones son bajo la sombra de un baobab, con un masái acomodado en su boda boda (moto) y nosotros escuchando sentados en una silla de plástico o un tronco caído mientras las mariposas vuelan alrededor. La gente te recibe con humildad. Hamna shida (ningún problema) como dicen los tanzanos, todo tiene solución. No merece la pena enfadarse.
Con la imponente escena del Kilimanjaro al amanecer en Moshi la vida transcurre tranquila. La naturaleza inunda todos los rincones de la ciudad, hay árboles centenarios todos los rincones. Cada atardecer miles de aves vuelan de vuelta a sus nidos mientras que en armonía cientos de murciélagos gigantes inundan el cielo. Cada escena es única y llena de vida, las flores tropicales, las plantaciones de café, las mujeres con sus coloridos kitenges (tela africana). Tanzania es un continuo deleite en el que simplemente hay que parar para observar y disfrutar el momento.