VOLUNTARIA UAM en el proyecto COMUNICADORA PARA EL DESARROLLO HUMANO en la UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL URUGUAY DÁMASO ANTONIO LARRAÑAGA
Como comunicadora, soy consciente de la enorme responsabilidad que tengo cada vez que hay que contar algo. Por esa razón, muchas veces siento que no estoy preparada, y me enfrento al papel en blanco como si de un enemigo se tratara. Un desconocido al que no sé cómo aproximarme, por dónde empezar. E intento tratarlo bien…
Si bien no es nada fácil discernir para qué estamos hechos entre tanta confusión, hay algo descubrí que me encanta hacer; ser testigo y dar testimonio. La labor de documentación, investigación, registro. Las conversaciones, las reflexiones mal escritas en la servilleta de la cafetería, con la letra movida en un autobús. Soñadas y olvidadas por un instante. Hay ideas que a veces solo pasan rápidamente y luego vuelven a pertenecer al viento. A nadie.
La antropología me dio las herramientas teóricas que buscaba sin saber, para saciar un poco mi curiosidad. Puso algunas palabras a mis pensamientos y más sentido a algunas de mis palabras. La comunicación me brindó la oportunidad de conocer otras realidades, desde una perspectiva social, y descubrí que eso era lo que me movía desde las entrañas, de forma inconsciente hasta el encuentro con el otro, en una búsqueda que comenzó intentando darme sentido a mí misma, a sentirme útil y explorar las maravillas que tiene que ofrecer el mundo y la personas que lo habitan, que le dan razón de ser le pone palabras a la magia.
La curiosidad, el hambre de conocer, no parece ser algo que se cure fácilmente. Más bien, da la sensación de que esta crece más, cuanto más se cree conocer. Más ignorante se descubre uno en medio de lo desconocido, entre una amalgama de historias concretas a la que no se pertenece.
Mi labor en el Programa de Extensión y Servicio a la Comunidad de la Universidad Católica de Uruguay me dio la oportunidad de ponerme en contacto con muchos de esos relatos concretos.
Tras esta experiencia, siento que cuanto más busco al otro, más se difumina esa otredad, y soy más capaz de reconocer al otro en mis ojos y ser consciente de esa abominable línea que separa el mundo en dos.
Carmen Sánchez
Montevideo