¿Me regalas tu documento de identidad? Colombia. Un país cuyas esencias son el ruido, la música y el ajetreo constante. Llevo un mes viviendo aquí y no para de sorprenderme. ¡Parece mentira que, hablando el mismo idioma podamos llegar casi a no entendernos por lo diferentes que son algunas palabras! Cuál fue mi sorpresa cuando llegué al aeropuerto y el policía de la aduana me dijo “me regalas tu documento de identidad”, al pedirme amablemente el pasaporte o cuando descubrí que aquí, los que pican no son los mosquitos sino los ‘zancudos’.
Uno de los pilares de esta sociedad es la gastronomía. Los sabores y sus combinaciones son infinitas y todas deliciosas. La comida es muy diferente a lo que estamos acostumbrados, pero estoy segura de que un pedacito de mi estómago se volverá a España con nuevas recetas colombianas.
A pesar de que aún llevo poco tiempo, mis orientadores en España tenían razón cuando me decían que iba a recibir más que lo que iba a dar. Es impresionante el gran corazón de los colombianos, quienes siempre se muestran muy acogedores, hospitalarios, amables y educados. Incluso aquellos que no te conocen o que apenas tienen nada para ellos mismos se esfuerzan por compartir y ofrecer algo para los invitados.
Sorprende mucho el clima, tan diferente de una punta a otra del país. Bogotá, siempre más fría. Es curioso cómo puedes encontrar en la misma acera gente con abrigo y guantes, mientras otros están paseando tranquilamente en manga y pantalón corto. Actualmente, me encuentro en Bucaramanga o, más conocida como ‘la ciudad bonita’, al norte del departamento de Santander. Aquí, por el contrario, el clima es muy húmedo. Los 40 grados que soportamos durante el verano en España no tienen nada que envidiar a la máxima de 30 que se alcanzan aquí, que sumados a la humedad complican bastante la existencia de los que no estamos tan acostumbrados a ella.
Aquí, estoy colaborando en un precioso y ambicioso proyecto, el programa MIUDES, puesto en marcha por profesores y estudiantes de la propia Universidad de Santander (UDES). Su objetivo, cuidar y empoderar a la población para mejorar su calidad de vida y bienestar.
Los participantes, de todas las ramas profesionales, han creado 5 mesas de trabajo con las que aportar un pedacito de su visión y ayuda a la comunidad de los barrios más vulnerables de la ciudad. Debido a que soy enfermera, la mayor parte de mi contribución está en la mesa de salud. Desde aquí, estamos dedicados a educar a la población en materia de salud, además de recolectar datos relacionados con la salud de la comunidad y las familias para analizarlos y utilizarlos en futuras investigaciones. Además, se trata de conectar a las familias con los servicios sociales y sanitarios que requieran, así como acompañarlas y asesorarlas durante todo el proceso. También, me encuentro colaborando con la mesa de habilidades en el acompañamiento de las personas mayores de la comunidad realizando actividades lúdicas que ayuden a estimularles y salir un poco de la rutina. Aunque el progreso es lento, debido en gran medida a la falta de personal y recursos, la infinita dedicación y bondad de los integrantes del proyecto están generando pequeñas transformaciones que, sin duda, van a cambiar la vida de muchas personas.
Este es todavía el comienzo de la aventura que marcará un antes y un después en mi vida. Se que todavía tengo mucho por ver, aprender y aportar, pero me siento muy afortunada de poder participar en esta bonita y única experiencia.