UNIVERSIDAD Y ESTUDIOS: MASTER EN PSICOLOGÍA GENERAL SANITARIA, UNIVERSIDAD REY JUAN CARLOS
PUESTO: MEDIADORA SOCIAL
LUGAR: CENTRO ARTE PARA LA PAZ DE SUCHITOTO, EL SALVADOR ESTANCIA: 3 MESES (5 Y MEDIO FINALMENTE)
REDACCIÓN DEL ARTÍCULO: AL FINAL DE LA ESTANCIA
Ha pasado tan solo un mes y medio desde que regresé y aun no logro sentirme otra vez como en casa. Es raro, recuerdo que antes de irme leí experiencias anteriores y hablaban de esta misma sensación, y confieso que no entendía muy bien a qué se referían. ¿Cómo no te vas a sentir en casa en el lugar donde has vivido casi toda tu vida? Pues sí, así es y así ha sido, pequé de ingenua al no entenderlo.
Lo que en principio iban a ser 3 meses en El Salvador acabaron siendo casi 6. Cuanto más se acercaba el día de la vuelta que tenía prevista antes de irme, más aumentaba la sensación de miedo, tristeza y de nostalgia, aun sin haberme ido todavía. Por tanto, busqué los medios para alargar mi estancia, y me basé en una idea que tienen muy interiorizada allí: “tranquila, si tiene que pasar, pasará y las señales te indicarán el camino”. Y así fue, pude ampliar mi estancia para seguir con el voluntariado durante 2 meses y medio más.
Seguí realizando lo que describí en el anterior artículo, junto con un taller que propuse de Organización y Planificación dirigido al personal del centro y colaboré en un taller de títeres en las diferentes escuelas del municipio. Decidí también aprovechar mi trabajo de fin de máster para realizar una investigación en la población de Suchitoto y poder aportar los resultados al centro donde me encontraba.
Imagen 2: Proyecto “Niños y niñas Felices” (Desarrollo socioemocional)
Imagen 3. Taller de Organización y Planificación
Imagen 4. Taller de Títeres
Ha sido una experiencia enriquecedora, superando cualquier expectativa que pudiese tener. A nivel profesional ha sido muy bonito poder ayudar y colaborar de la forma que más me gusta y apasiona, que es la psicología. Descubres que si tienes ganas puedes ayudar en lo que sea y que con poco se pueden crear cosas muy buenas e importantes.
Pero, sin duda, a nivel personal ha sido una revolución. En primer lugar te das cuenta de que salir de la zona de confort a la que normalmente estamos acostumbrados, no es tan malo como creías, de hecho descubres que era justo lo que necesitabas. Que te estabas perdiendo demasiadas cosas; otras culturas y otras personas que te podrían cambiar la forma de ver todo.
Imagen 5. Mirador del Lago Suchitlán (Suchitoto)
No niego que pasé por momentos duros y choques culturales –como por ejemplo percibir violencia intrafamiliar, de género, machismo, inseguridad…-. Esa inseguridad, de una forma u otra, estaba presente la mayor parte del tiempo. También momentos de cierta soledad o de nostalgia por tu gente de aquí. Sin embargo, como dije en el artículo anterior, la balanza de los pros supera con creces a la de los contra. Me sentía en familia, no me dejaban sola ni un segundo y siempre estaban dispuest@s a abrirme la puerta de sus casas, ofrecerme comidas riquísimas, bebidas típicas de allí…. Aun sin apenas conocerme. En todo lo que podían te ayudaban a sentirte como en casa y todo lo que podían te lo daban.
Imagen 6. Haciendo tortillas típicas salvadoreñas
Imagen 7. Escena típica salvadoreña
Tuve la gran suerte de conocer a gente increíble, con unos valores y unos sentidos de la familia y amistad muy profundos. Personas que formarán siempre parte de mi vida: mi segunda familia está en el Salvador.
Imagen 8. Excursión con amigas salvadoreñas
¿Lo que más me enamoró de allí? Sin lugar a dudas la forma de percibir la vida. Lo realmente importante es el día a día, el disfrutar cada segundo con las personas que tienes al lado, dedicarte a hablar y a conocer las historias, inquietudes y reflexiones del resto.
Dejando de lado, por ejemplo, las redes sociales, el consumismo, materialismo, las prisas, el egoísmo, individualismo… -todo aquello que está cada vez más inmerso en nuestro país-. Tal vez por este motivo al volver aquí me siento aun desubicada. Porque, al fin y al cabo, vienes de un sitio en el que has aprendido que ir más deprisa no significa que las cosas salgan mejor, que lo verdaderamente importante y lo que te enriquece es disfrutar cada segundo del día centrada en eso que estás haciendo o viviendo, que aun con apenas recursos sí que se puede ser mucho más feliz, que por quejarse más no se solucionarán las cosas y que, al final, aprendes a valorar lo realmente importante.
Siento ponerme tan filosófica pero… como digo, todavía estoy habituándome a esta realidad.
Imagen 9. Lago suchitlán (Suchitoto)
¿Cuál creo que es la clave para enriquecerse de esta experiencia? Dejar aquí las gafas empapadas de cultura europea, forma de ver las cosas y estilo de vida que lleves. Y, en cuanto aterrices allí, dejar que cada momento, persona y experiencia te vaya mostrando esas nuevas gafas con las que observar y percibir todo lo que vivas durante la estancia. Creo que es la clave para poder abrirte y empaparte al máximo de la cultura salvadoreña, y, en general, de cualquier tipo de experiencia de voluntariado y cooperación. Porque créeme,
¡Merece la pena!
Imagen 10. Personal del Centro Arte para la Paz