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Experiencia de Nieves Fernández
5 de octubre de 2018
Experiencia de Patricia Conde
5 de octubre de 2018
Publicado por Colaborador en 5 de octubre de 2018
Categorías
  • Clara Ontañón Rojas
Etiquetas
  • 2018
  • PERÚ
  • UCM

Belén y yo regando las plantas de tara que hemos plantado en el invernadero de la universidad

Arequipa, la ciudad blanca (Perú)

Primera foto que hice en Arequipa

Colaborando en el departamento de Ecología de la Universidad Nacional San Agustín

Con nuestros compañeros de apartamento. Ágata, Teresa e Ibai. Belén y yo con la beca de voluntariado colaboramos en el departamento.

Había pasado una semana desde que nos entrevistaron a todos los candidatos y aún no sabía nada. Miraba la web cada 3×4 por si habían salido las listas de los admitidos en el programa. Me llaman un lunes, me dicen que sí, que no han sacado las listas pero que me voy para allá. En dos meses.  A partir de este momento mi cabeza da un giro de 360 grados. Ya no puedo pensar en otra cosa. Me voy. A Perú.

Hasta el día previo de mi marcha no me doy cuenta de  todo lo que significa esta oportunidad. Ósea lo había pensado sí, pero no lo había sentido. Es en este momento cuando soy realista, voy a estar fuera de casa varios meses, en otro país, en otro continente, con otra gente, con otro clima, con otras costumbres, con (y aunque sea el mismo) otro idioma. Me muero de ganas. Me muero de miedo.

La llegada no fue dura (si no contamos las 20h de viaje en total). Eran las 7 a.m. aproximadamente, recuerdo bajar del avión en el aeropuerto de Arequipa, girarme y  ver el volcán Misti con casi 6000m detrás de mí, nevado e impresionante. Pienso, Dios mío, estoy en Perú. A partir de aquí todo fue rodado.

 

 

 

Nuestra tarea aquí consiste principalmente en realizar una base de datos de la flora de la región de Arequipa, recopilando  datos de registros de muchas especies de plantas. Además de ayudar en el trabajo de campo y la generación de material vegetal. Todo esto lo desarrollamos en el departamento de Ecología (Facultad de Biología) de la Universidad Nacional Agustín de Arequipa, o como todo el mundo aquí la conoce, “la UNSA”.

 

Haciendo los neblinometros para colocarlos en el desierto

Belén y yo regando las plantas de tara que hemos plantado en el invernadero de la universidad

Plantas de tara creciendo.

 

Está claro, tengo que decir que las personas que trabajan aquí son muy simpáticas, agradables incluso estupendas. Pero es que, además de que esto es realidad, son buena gente como diría una amiga. Es cierto que la manera de trabajar es diferente a España, al principio choca un poco, bueno realmente choca un poco siempre, pero te acostumbras, tú eres el intruso.

Visitando las Lagunas de Mejía con César (trabaja en el departamento de Ecología)

Este departamento hace ciencia. No hay líquidos hirviendo en Erlenmeyers, ni microscopios, ni colorantes en cada mesa… Sin embargo tienen muchas cosas entre manos; proyectos de campo que no me suena ni una palabra del título, descripciones de especies en tiempos relativamente cortos (esto en Europa no pasa), relaciones internacionales con otros laboratorios, etc.  Tienen la capacidad de sacar adelante todo lo que pueden con los pocos recursos que a veces les dan. Para mí, una pasada.

Nosotros ayudamos en lo que podemos. Una de las mejores anécdotas que puedo contar  es cuando pasamos tres días en el desierto. Acabábamos  de llegar a nuestra nueva ciudad, apenas llevábamos cuatro o cinco días y nos llevaron a trabajar en el desierto en un proyecto muy interesante sobre la neblina y los tilandsiales. Pasamos dos noches allí, cenando latas de atún cubiertos en arena, riéndonos por todo, contemplando el increíble y maravilloso cielo sin nada de contaminación lumínica, en silencio, solo nosotros respirando y el viento soplando. Cada vez que lo recuerdo se me eriza el bello. Es algo que nunca olvidaré; y ojalá nunca lo olvide.

 

 

Todos los compañeros que acampamos en el desierto

Desplazándonos en la camioneta por el desierto

Cierto es que hay cosas que me han llegado a “horrorizar”; la gran cantidad de basura que hay en la calle, el elevado número de perros callejeros, el tráfico caótico, la contaminación aérea que éste desprende. Cosas a las que no estoy acostumbrada supongo.

Sin embargo, como resumen diré que no me he ido y ya quiero volver. El aprecio que he adquirido a su gente y su manera de comunicarse, tan  diferente a la nuestra, a veces demasiado ruidosa, otras demasiado tímida. Los paisajes que he visto aquí son sin duda una maravilla para la vista y para el alma, ni si quiera imaginaba que existieran. Respecto a la comida,  os diré que voy a volver con más kg a España de los que vine, y no hablo de la maleta. La cultura, la ciudad, las palabras (zapayo, combi, minivan, durazno, piso, recién, choclo, camote…). En fin, como todo el mundo te dice, y como vas a comprobar, esto es una experiencia de vida. Si tienes la oportunidad, exprímela. Ahí van algunas fotos de comida, el mercado, paisajes de mi estancia.

 

Haciendo turismo en el Lago Titicaca, Puno

Probando por primera vez el ceviche

Plaza de Aramas, Arequipa

 

 

 

 

 

 

 

Mercado de San Camilo, Arequipa

Mirador de Yanahuara

Puesto de jugos, Mercado de San Camilo, Arequipa

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Colaborador
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