Me llamo Klara, soy austriaca y estudiante del Máster en Gestión de Desastres de la UCM y UPM. Durante tres meses estaré haciendo un voluntariado en Maputo, capital de Mozambique.
Mozambique es un país situado en el sureste de África, es uno de los países más pobres del mundo, en concreto, ocupa el lugar 185 de 191 del índice de desarrollo humano (hdi). La población tiene una esperanza de vida de 59 años (2021) y una tasa de analfabetismo de 39,9% (2021).
Llegué el día 18 de Julio, junto con Daniel, un compañero de la UCM que también hace el voluntariado en Maputo y estaremos aquí hasta octubre.
Nuestro voluntariado está desarrollado junto con la Universidad Pedagógica de Maputo, y con las Irmãs Franciscanas Hospitaleiras del barrio de Mumemo, una congregación católica con un claro enfoque educativo.
Aunque mi trabajo se desarrolla sobre todo con las Irmãs, un profesor de la Universidad Pedagógica de Maputo nos recogió en el aeropuerto. Tengo que admitir, que el viaje hasta la universidad me impactó mucho. Aunque me informé sobre el país antes de la llegada, la realidad me impactó más de lo que esperaba. La pobreza se nota más de lo que imaginaba, estando muchas calles y edificios en tal mal estado, que parece que no existía ninguna gestión de residuos. Esta falta de gestión provoca, entre otras, que la basura se queme en la calle, lo que hace que el humo esté casi siempre presente.
Aun así, la vida se da en la calle. Allí se encuentran los comercios, desde puestos de frutas y verduras hasta vendedores de todo lo que una persona pueda necesitar. Aunque la venta de frutas permite ganar lo mínimo para vivir, no es un trabajo seguro ni con potencial de sacar a la gente de la pobreza. Allí es donde entra en juego la educación. Es una de las herramientas más importantes contra la pobreza.
Por lo tanto, nuestro voluntariado se desarrolla principalmente con las Irmãs Franciscanas Hospitaleiras. Después de unas inundaciones terribles en el año 2000, que afectaron, entre otras, a la capital de Mozambique y dejaron a miles de personas sin hogar, las Irmãs fundaron el barrio Mumemo, con objeto de dar cobijo a las personas más vulnerables.
Para acoger a los huérfanos de la zona, y asegurar la educación de los niños y niñas, construyeron un internado femenino, un internado masculino, una escuela de primaria y una escuela de secundaria.
Es allí donde estamos ayudando. Mientras mi compañero está dando clases de refuerzo en matemáticas, mi labor está en ayudar a mejorar las instalaciones. Para ello participo en dos proyectos:
El primer proyecto es la electrificación solar de las instalaciones. Para ello tengo que coordinarme con una empresa de electricidad para ayudarles a averiguar la demanda eléctrica de las Irmãs. Eso es necesario para poder dimensionar la instalación fotovoltaica. Una vez dimensionada se puede estimar el coste de dicha instalación. Posteriormente voy a ayudar a escribir y solicitar financiación para el proyecto.
El segundo proyecto versa sobre la ampliación de la escuela secundaria. La escuela secundaria de las Irmãs es una de las mejores escuelas en la zona, y por lo tanto hay muchas familias que quieren que sus niños vayan allí. De acuerdo con la idea principal de la Congregaçao de Irmãs Franciscanas Hospitaleiras, que es dar educación al máximo número de personas posible, se quiere ampliar la escuela para poder responder a la demanda, y poder acoger así al mayor número de estudiantes. A la vez, la ampliación les permitiría la mejora de la educación en sí añadiendo laboratorios y salas de informática.
El primer paso de mi trabajo en este proyecto consiste en hacer un plano actual de la escuela. Para ello tuve que ir al terreno y medir sus dimensiones.
Posteriormente, teniendo el plano, se pensará en las diferentes posibilidades de como ampliar la escuela.
Al igual que en el proyecto de electrificación solar, el objetivo es solicitarlo y conseguir financiación para poder llevar a cabo la ampliación de la escuela.
En mi opinión, la ampliación es un proyecto muy importante para poder dar oportunidad y objetivos a los jóvenes sin medios, para que, de esa manera, puedan salir de la pobreza y consigan una vida mejor, es por ello, que espero que consigamos la financiación.
Resumiendo, de mi experiencia durante el primer mes y medio, puedo decir que Mozambique es un país, que hasta ahora, me ha enseñado paciencia, ya que todos los procesos toman su tiempo, donde además, conocí a muchísima gente muy amable, que nos ha acogido desde el primer momento. También me mostró de primera mano la injusticia social de tener tantos privilegios, que la gente aquí no tiene, solo por haber nacido en un país europeo. Esto me hace ver todavía más la necesidad de luchar contra esta desigualdad y seguir trabajando en este ámbito.