UNIVERSIDAD: UNIVERSIDAD REY JUAN CARLOS
REDACCIÓN DEL ARTÍCULO: AL FINAL DE LA ESTANCIA
Ha pasado aproximadamente un mes desde mi vuelta de Ghana, y creo que en parte aún estoy aterrizando. Echaba de menos muchas cosas de aquí, pero a la vez, también las echo de allí. Echo de menos la calidez de la gente, su despreocupación, su alegría y sus ganas de vivir. Echo de menos esos 42ºC que tanto me agobiaban en ocasiones, pero que ahora he sustituído por resfriados constantes. Echo de menos el sol. Echo de menos ciertas rutinas que adquirí allí. Es muy curioso, porque a la hora de volver, te das cuenta de que tienes una ambivalencia muy curiosa, ya que no consigues estar ni aquí ni allí. Más o menos es una sensación parecida a la que tuve cuando aterricé allí, solo que esta vez, es terreno conocido y no hay que adaptarse a nada… ¿o sí?
Nada más llegar, todo el mundo está ansioso por saber de ti y por conocer tus aventuras. Pero ¿cómo explicarlo? Hasta el momento he sido incapaz de conseguir transmitir mis impresiones completas acerca de todo lo que he vivido para que alguien consiga hacerse a la idea de lo que fue y lo que supuso para mí estar allí, pero sinceramente creo que, a fin de cuentas, es imposible comprenderlo a no ser que hayas estado. Por tanto, me limito a contar anécdotas de esto y aquello, pero mis impresiones más profundas me las guardo para mí, porque en cierta manera me siento incomprendida, y siento que es injusto que los demás juzguen y se hagan una idea preconcebida únicamente en base a lo que yo les cuente.
A pesar de que suene a tópico, creo que esta experiencia me ha cambiado mucho la perspectiva y la forma de ver las cosas. He aprendido que no hay que dar tanta importancia a cosas que no la tienen y que los problemas no son tan grandes como en un primer momento puedan parecer. Que tenemos que vivir más tranquilos y disfrutar de los pequeños momentos buenos del día a día en lugar de querer aspirar siempre a más y ser inconformistas.
Acerca de Ghana podría decir muchas cosas. Hay cosas buenas y cosas malas, como en todo, por supuesto. Pero prefiero quedarme con lo bueno, que, en definitiva, es lo que importa. Siempre estaré agradecida a los ghaneses por la forma tan acogedora y hospitalaria en la que me hospedaron. Todo me fascinó porque todo era diferente. Sus olores, sus sabores, sus expresiones, su forma de relacionarse, su clima, su cultura, sus paisajes tan diferentes dentro de un mismo país, su caos, su orden dentro del caos. Creo que es un lugar en el que puedes llegar a sentirte como en casa (salvando las distancias) a pesar de que no se parezca en absoluto a tu casa.
También he de decir que antes de irme, me dijeron que una vez te introduces en en el mundo de la cooperación, corres el riesgo de engancharte y querer hacer más. En su momento, pensé que era una exageración y que a mí con tacharlo de la lista me bastaba. A día de hoy, he de decir que no estoy para nada segura de ello. Quién sabe dónde nos llevará el destino…