Mi proyecto de cooperación consiste en impulsar el recién creado Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga.
El Instituto de Derechos Humanos en esta universidad tiene un gran valor simbólico. Es en la Universidad Nacional de San Cristóbal donde se originó, de la mano de Abimael Guzmán, Sendero Luminoso, el movimiento terrorista de corte marxista-maoísta que desató la violencia durante las décadas de los 80 y 90 en el Perú. Como consecuencia de la violencia de Sendero Luminoso y de la contraofensiva estatal, murieron más de 60.000 personas (¡y prácticamente no se conoce en el mundo!). La población de la región de Ayacucho, la más golpeada del Perú, todavía sufre las secuelas de este periodo.
En el marco de este proyecto, aprovechando que el próximo 7 de octubre se celebran elecciones regionales y municipales en el Perú, mi compañera Pati y yo desarrollamos una investigación titulada “Los Derechos Humanos en los programas políticos de los candidatos a las elecciones de Ayacucho 2018”.
El primer paso consistió en la realización de un diagnóstico sobre la situación de los Derechos Humanos en la región de Ayacucho. Ello lo hicimos a través de entrevistas a funcionarios, líderes de asociaciones y miembros de ONG especializados en distintos temas relacionados con los Derechos Humanos i.e. igualdad de género, derecho a la educación, acceso a los servicios básicos… Gracias a esta primera fase de nuestro estudio, pudimos conocer en profundidad a la sociedad ayacuchana, intercambiar experiencias culturales e incluso hacer amigos. También consolidamos alianzas, desde el Instituto, con personas comprometidas con los Derechos Humanos, como nosotras.
A partir de nuestro diagnóstico, creamos un índice, que incorpora los Derechos Humanos que se encuentran en una situación más crítica en la Región. A cada Derecho le asignamos distintas áreas sobre las que consideramos que los candidatos a las elecciones deberían hacer propuestas. Ejemplo: Derecho a la Igualdad de Género: participación política de las mujeres, participación de las mujeres en el mundo laboral, corresponsabilidad en las tareas domésticas y en los cuidados y erradicación de la violencia de género.
A continuación, analizamos las propuestas de los candidatos en relación con los Derechos Humanos que forman parte de nuestro índice. Ello lo hicimos a través de la lectura de sus Planes de Gobierno, la asistencia a distintos debates y la realización de entrevistas. Fue muy gratificante el hecho de que todos los candidatos nos concediesen entrevistas. Escucharles nos permitió conocer el funcionamiento de la política regional en Perú. Una de las cosas que más me llamo la atención es el escaso papel de la ideología: cuando escuchamos las propuestas, resultaba muy difícil saber en qué situación del eje izquierda-derecha se encontraban los candidatos. A mí, que he estudiado, además de Derecho, Ciencias Políticas, me resultó muy interesante la comparativa con España.
La última parte fue la más emocionante. Asistimos a programas televisivos y de radio regionales en los que presentamos nuestro proyecto. Tuvimos la sensación de que hubo una muy buena acogida de nuestro trabajo. Nosotras aprendimos a hablar delante de las cámaras (¡Al cabo de tres entrevistas ya se notaban algo las tablas!) y también a ser prudentes. Tratar la política desde el ámbito académico es un poco delicado. Teníamos que dejar muy claro que nuestro estudio era imparcial, y que no defendíamos el voto a ninguno de los candidatos. De no haberlo hecho, podríamos habernos metido en un buen lío.
También publicamos nuestro trabajo en la web y en el facebook de la universidad (que es el principal canal de difusión en Ayacucho). Gracias a eso, varios estudiantes se pusieron en contacto con nosotras para involucrarse en el proyecto. Esto es importante, porque nuestra intención es crear una verdadera herramienta de control político para la ciudadanía. Queremos que, a partir de ahora, estudiantes, con el apoyo del Instituto de Derechos Humanos, se dediquen a comprobar si los cargos electos están cumpliendo sus propuestas en relación con los Derechos Humanos y darlo a conocer, para que, si no lo hacen, haya consecuencias políticas para ellos (la no relección).
Creo que nuestro trabajo ha tenido un impacto, tanto en nosotras (porque nos ha hecho conocer en profundidad la realidad social y política de Ayacucho), como en la sociedad ayacuchana (a la que hemos tratado de proporcionar más elementos de juicio para votar en las próximas elecciones). Esperamos que sirva de precedente para que los políticos tomen en cuenta la problemática relacionada con los Derechos Humanos en sus programas y también lo haga la ciudadanía a la hora de votar.
Mi llegada al país…
Mucho antes de que me concediesen la beca, tenía muchas ganas de conocer Perú. Tenía alguna idea de cómo era el país en algunos aspectos, a través de mis amigos peruanos. Sin embargo, esa idea se acercaba más a lo que puede ser Lima. Ayacucho es totalmente diferente a lo que me imaginaba. Es una ciudad muy rica culturalmente: la tradición inca está muy arraigada, pero también lo está el colonialismo. Me resultó muy interesante desde el principio, por los distinta que era a mí ciudad. Una de las cosas que más me llamó la atención es que no tuviese supermercado. Tiene mucho encanto, al menos para nosotras, comprar en el mercado.
En cuanto al proyecto, valoro mucho la libertad y la confianza que nos han dado para poder desarrollar nuestro trabajo de investigación. Quizás me hubiese gustado haber recibido más apoyo, sobre todo al principio del proyecto, por parte de los miembros del Instituto. Sin embargo, soy consciente de que el hecho de no haberlo tenido me ha servido para aprender a buscarme la vida (que es una de las razones por las que estoy aquí). En España, nunca había tenido tanta capacidad de decisión en un trabajo o un voluntariado. Como becaria en un despacho de abogados o en una consultoría, una está acostumbrada a ejecutar órdenes o a que alguien supervise cada pasito que da. Aquí, tuve la oportunidad de probarme a mí misma, de comprobar cómo me manejaba en las distintas fases de un proyecto y, lo mejor, de ver los resultados de todo mi trabajo (en este caso nuestro: mío y de Pati). Esto creo que me ha hecho crecer mucho profesional y personalmente (me he adelantado al balance).
Algunas anécdotas sobre mi integración…
La convivencia con mi compañera Pati facilitó mucho mi integración en Ayacucho. Congeniamos bien desde el principio, aunque ella es muy distinta a mí (es más pragmática, más ordenada, y yo estoy más en las nubes y soy un poco desastre). Esto último hizo, por ejemplo, que nos complementásemos muy bien trabajando. Contrastar con ella las experiencias que estábamos viviendo cada una, me ayudó mucho a no sentirme sola en ningún momento o a pasarlo mal por choques culturales.
Recuerdo un día que nos fuimos de vacaciones a la selva. La comida me sentó mal (nada fuera de lo habitual desde que estoy aquí) y me pasé la noche, ahí en medio del bosque, vomitando. La situación me puso muy nerviosa y desperté a Pati. A ella le gusta mucho la historia, así que me empezó a contar cuentos y anécdotas sobre Tales de Miletos y otros personajes históricos importantes, sobre los que no tenía ni idea. Así estuvo por lo menos durante dos horas. Fue una noche nefasta, pero no me la puedo imaginar si no hubiese estado ella allí. Esto es solo un ejemplo, pero representa bien lo que me ha ayudado tenerla al lado estos meses. Es importante tener un apoyo en un contexto culturalmente tan distinto.
Tanto Pati como yo somos dos somos personas bastante sociables y tuvimos bastante iniciativa en las relaciones con los demás. Hicimos un grupo de amigos de peruanos, venezolanos, españoles e italianos muy divertido. Como Ayacucho es un lugar en el que no hay muchos extranjeros y muchas de las personas que viven aquí no han viajado, la gente se interesaba mucho por conocernos a nosotras y a nuestra cultura. Fue bastante fácil.
Me incomodó en alguna ocasión la sensación de que me estuviesen dando un trato de preferencia por ser española. En este caso me refiero al racismo. En la sociedad ayacuchana, y creo que en todo el Perú, las clases sociales son muy marcadas. A las clases altas, pertenecen las personas con apellido europeo, principalmente español, y hay mucha resistencia al mestizaje. Esto, en Ayacucho, en donde conviven la cultura inca y el colonialismo, tiene mucha fuerza. Tuve la sensación de que algunas veces me trataban con mayor respeto por ser blanca y española y eso no me hizo sentir bien.
Y mi valoración personal
Ha sido una experiencia maravillosa. De hecho, no tengo ninguna gana de que termine. Tengo la sensación de que he aprovechado mucho mi estancia. Mi compañera y la buena acogida que nos han hecho los ayacuchanos han ayudado mucho. Creo que me he sumergido bastante en la vida de Ayacucho, gracias a las buenas amistades que he hecho y al proyecto de investigación.
Estoy muy satisfecha con el trabajo que hemos realizado. Creo que en cualquier lugar de España, no hubiésemos encontrado tantas facilidades para desarrollarlo. Todas las personas a las que quisimos entrevistar, mostraron muchísima disposición. Ha sido emocionante ver que lo que hemos hecho ha tenido un impacto, por pequeño que sea, y ha interesado a otras personas. Al final, de eso se trataba. Yo he ganado confianza en mí misma a la hora de comunicar (gracias a las entrevistas personales y a la televisión y radio) e independencia en el trabajo (al tomar nosotras todas las decisiones sobre el proyecto: tema, diseño, cronograma elaboración, difusión…).
De esta experiencia, también he aprendido a comprender mejor al de al lado. Al principio, me costaba entender, por ejemplo, las actitudes racistas. No porque en España no exista el racismo, sino porque, quizás, en el ámbito en el que yo me muevo, no tanto. Ahora lo sigo rechazando de la misma manera, pero sí creo que se puede tener actitudes racistas y a la vez ser buena persona. El miedo al otro se les mete a las personas en el cuerpo desde que se empiezan a socializar. Si no se les da herramientas, a través de la educación, para que deshagan de él, es muy complicado cambiar. Si yo hubiese nacido en otra familia, en otro lugar del mundo o hubiese ido a otro colegio, seguramente pensaría muy diferente. A propósito de esto, también quiero decir que la experiencia me ha ayudado a valorar muchísimo algunas cosas que me han venido dadas, como mi familia y los valores que me han inculcado.