Mi nombre es Alicia García y me encuentro en Barranquilla (Colombia) colaborando en Prensa Escuela, un proyecto impulsado por la Universidad Autónoma del Caribe. El proyecto consiste en la formación integral de los estudiantes participantes, propiciando el desarrollo de sus competencias comunicativas. Además he tenido la suerte de formar parte del equipo del Proyecto Atlántico, un subprograma dentro de Prensa Escuela, en el que se trabaja la formación de lectoescritura a través de las TIC con estudiantes de diferentes instituciones educativas en los municipios del Departamento del Atlántico, generando en ellos un sentido de apropiación cultural, visibilizando así la riqueza cultural de la región.
Antes de mi llegada a Colombia, algunas personas me habían avisado de la amabilidad de los colombianos, pero nunca imaginé lo que me iba a encontrar en Barranquilla. Desde que me bajé del avión en el aeropuerto, sentí una calidez especial. No por el clima, que también, sino por el calor humano que me proporcionaron aquellos que me recibieron.
Esa calidez a la que me refiero la encontré en la líder del proyecto, Rocío, y en mis compañeros y compañeras, que me recibieron con los brazos abiertos y que siempre han estado a mí lado por si necesitaba algo; pero también lo encontré en los beneficiarios del proyecto: chicos y chicas que han marcado mi estancia en Colombia, que me han dado grandes lecciones de vida y a los que siempre les voy a llevar conmigo.
El departamento del Atlántico es una región mágica. Llegué a Colombia llena de prejuicios… ideas que tres meses después han dado un giro de 180º. En este tiempo he conocido lugares maravillosos y personas únicas que han sabido dejar huella en mí, sin haberme dado cuenta.
Desde mi primer día en Barranquilla, he sido testigo de la filosofía de vida de los costeños: el aprecio por la vida, la alegría que le ponen a todo. La gente de Barranquilla te recibe con los brazos abiertos, te acoge y siempre, repito SIEMPRE, están dispuestos a ayudarte. Los costeños saben cómo hacer que un extranjero se sienta a gusto en la región.
Ahora que llevo tres meses aquí, he comprendido que en esta zona del mundo, el tiempo va más lento (y todos aquellos que hayan tenido que convivir con la puntualidad en este lado del mundo o con la palabra ‘ahorita’, sabrán a qué me refiero). No existe el estrés. La vida es corta y por eso el tiempo transcurre de esta manera, para disfrutar más de ella. Porque cómo dicen aquí, “en Barranquilla, quien lo vive, es quien lo goza”.
Antes de llegar a Colombia, sabía que iba a aprender, pero no era consciente de cuánto. Este tiempo me ha servido para crecer (y no me refiero sólo a nivel profesional). Necesitamos salir de nuestra zona de confort, necesitamos salir y conocer otras culturas, otras realidades y otras historias de vida para darnos cuenta de que hay mundo más allá de Europa. Necesitamos saber que hay otras formas de vivir, otras formas de medir el tiempo y que quizás, no estamos disfrutando de la vida, tal y cómo deberíamos hacerlo.
A algo más de dos meses de regresar a España, sólo puedo decir que Prensa Escuela y el departamento del Atlántico han conseguido hacer de mi proceso de adaptación, una simple anécdota y han sabido ganarse espacio en el corazón de una española. Nunca pensé que diría esto, pero creo haber encontrado otro hogar al otro lado del charco.