“Vais a recibir muchísimo más de lo que creéis que vais a dar”. Esta fue la frase que nos dijeron y remarcaron durante los días de formación de voluntariado en España y, después de un mes y medio, no me cabe duda de que está siendo así. Cuando pensaba en todo lo que iba a descubrir, aprender, conocer y viajar, no era consciente de la inmensidad de cosas que todavía no sabía y la gran hospitalidad que se puede encontrar fuera de tu país con gente que apenas te conoce.
Me encuentro en Popayán, Colombia, realizando un voluntariado con Tecnicafé, un parque tecnológico de innovación, que consiste en la elaboración de una industria de aprovechamiento de subproductos del café como es la cáscara y el mucílago. Como ingeniera agroambiental, tengo la labor de realizar un estudio de impacto ambiental y diseñar la planta. Con ello, quieren conseguir una industria de beneficio económica y accesible para que pequeños productores de café tengan la posibilidad de aumentar su rendimiento y productividad. Además, Tecnicafé, a mi compañera de voluntariado Odila y a mí, nos brinda la oportunidad de participar en la diversidad de cursos que imparten sobre la cadena de valor del café, tostación, lateado y barismo, entre muchos otros.
Gracias a estos cursos, estoy conociendo a personas de diferentes partes del mundo con aprendizajes muy distintos sobre el café, pero con unas ganas increíbles de ser grandes cafeteros. La ambición por aprender, la ilusión por conocer y la manera tan humilde de enseñarte y ayudarte siempre que lo necesitas, es algo que no me deja de sorprender cada día aquí. Desde el primer minuto, me acogieron como una más de la familia de Tecnicafé, me enseñaron y explicaron toda la historia del parque tecnológico, me presentaron a toda la plantilla y me tendieron sus brazos como nunca antes. Hace seis semanas no hubiera ni imaginado todo lo que iba a crecer profesional y personalmente.
La ciudad donde me encuentro es Popayán, cercana a Cali, la capital de la salsa, donde lo que prevalece es su blanca arquitectura colonial y sus grandes extensiones de vegetación mires por donde mires.
Es un lugar que te ofrece una amplia variedad de servicios solo a un paso de la casa y, después de vivir toda mi vida en una ciudad tan grande como es Madrid, el choque ha sido bastante grande pero enriquecedor porque la calidad de vida que aquí se tiene es mucho mayor. Por otro lado, el cambio de moneda a pesos colombianos, hace que tenga mayor posibilidad de probar comida patoja, de conocer más ciudades cercanas y de visitar museos y obras culturales.
Por último, mencionar que esta oportunidad me ha ayudado a conocer diferentes ramas sobre mi grado que no sabía de su existencia favoreciéndome así, una mejor elección sobre mi futuro y a dónde quiero llegar. Todos los días me acuesto con algo nuevo aprendido y esto es un regalo la verdad, no siempre se puede decir esto. Me siento muy afortunada de participar en este programa, de conocer la inmensidad de culturas que existen, de aprender día sí y día también cosas nuevas y, sobre todo, me siento muy afortunada de forjar amistad con personas de aquí que están haciendo mi estancia de lo más grata.
Foto de encabezado: participé en un curso sobre la cadena de valor del café y aprendí a usar el refractómetro, un aparato que mide la cantidad de sólidos (azúcar) presentes en el jugo del grano del café.