Hola, soy María Lapieza, recién graduada en Estudios Internacionales en la Universidad Carlos III de Madrid y actualmente estudiando Derecho en la UOC. Estoy viviendo una experiencia única gracias a la beca de voluntariado internacional en Perú, y si pudiera volver atrás, no dudaría en elegirla de nuevo.
Esta es mi primera vez en Latinoamérica, y me siento increíblemente afortunada de estar viviendo en Ayacucho, una ciudad situada en la cordillera de los Andes peruanos. Aquí, la Plaza de Armas es el escenario de desfiles, manifestaciones y celebraciones que hay a diario; es una ciudad con mucha vida, en la que siempre encuentran una razón para festejar. Con unos 150.000 habitantes, Ayacucho no cuenta con grandes franquicias ni supermercados, por lo que hago las compras en el mercado, junto con mi amiga y compañera de voluntariado Erica. Al principio, ver animales vivos a la venta y perros y gatos paseando entre los puestos fue un choque cultural, pero aprender a comprar de las mujeres locales, que te aconsejan y guían, ha resultado ser una experiencia mucho más auténtica que la compra en supermercados, donde la fruta suele estar envuelta en plástico y su procedencia es desconocida. A pesar de la percepción de que la gente de la sierra es más seria y reservada que en el resto de Perú, me sentí cálidamente recibida desde mi llegada, y los ayacuchanos que he conocido han hecho todo lo posible para que me sienta como en casa, pese a estar tan lejos en realidad.
Respecto a mi motivo para estar aquí, trabajo en el Centro de Producción de la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga, una de las universidades más antiguas e históricas del país. Mi labor inicial estaba enfocada en contribuir al desarrollo sostenible de la UNSCH, pero como en cualquier voluntariado, tuve que adaptar mi trabajo a las necesidades de la institución. Al principio, se me asignó un proyecto para internacionalizar los productos de la universidad, con el objetivo de mejorar sus ingresos y, así, reinvertir en investigación e infraestructura. Además, participé como intérprete entre la UNSCH y la ONG holandesa PUM en un proyecto impulsado por el vicerrectorado de investigación. Con el tiempo, me involucré más en el proyecto, y ahora colaboro en la coordinación de actividades entre Holanda y la universidad en Perú, con el propósito de implementar una incubadora de empresas que brinde a los estudiantes herramientas para llevar a cabo proyectos e investigaciones de manera práctica, estimulando el desarrollo regional. También estoy trabajando con la Oficina de Cooperación y Relaciones Internacionales en la organización de jornadas informativas sobre la internacionalización de los estudios y la cooperación académica internacional, con el fin de mostrar a los estudiantes las ventajas de una carrera internacional y a la comunidad universitaria las políticas de cooperación e intercambios académicos.
A nivel personal, recientemente comencé a colaborar con el Comité Internacional de la Cruz Roja, que realiza proyectos de ayuda humanitaria en el Vraem y apoya a poblaciones en regiones en conflicto. Estoy contribuyendo a planificar estrategias para introducir el derecho internacional humanitario, la protección de víctimas y el apoyo a familiares de desaparecidos en Ayacucho.
Vivir lejos de casa, en un entorno radicalmente diferente, a veces puede ser complicado, pero esta experiencia está siendo verdaderamente enriquecedora. Estoy segura de que es mejor echar dde menos nuestra casa y conocer el mundo; uno se lleva mucho más de lo que deja. Animo a quienes tengan la oportunidad de vivir una experiencia similar, aprovechadla al máximo, con todas vuestras ganas de aprender y aportar lo mejor de vosotros mismos.