VOLUNTARIA de la UAM en el proyecto EMPRENDER en la UNIVERSIDAD NACIONAL DEL LITORAL (UNL), ARGENTINA
Tuve la suerte de ser seleccionada para un voluntariado de emprendedores locales en Argentina, en Santa Fe. El voluntariado que vine a hacer fue de emprendedores locales, que consiste en ayudar en el tema de marketing, publicidad, aspectos legales y diseño de productos a aquellas personas que están empezando a sacar adelante un negocio, algunos de ellos ya participantes en la feria local de Santa Fe.
Santa Fe es una ciudad de Argentina situada al norte del país, a unas 7 horas de Buenos Aires. Este proyecto de emprendedores llevaba ya dos años funcionado y desafortunadamente cuando yo llegué fueron los últimos tres meses, de manera que la mayoría de los emprendedores tenían todo organizado y con los productos ya en el mercado casi. Igualmente, seguimos teniendo reuniones con ellos para solucionar algunos problemas puntuales que tenían. En noviembre, los emprendedores ya dejaron de asistir a las reuniones pero el equipo que trabaja con ellos y los voluntarios seguimos reuniéndonos para hacer una revisión de lo que les ha sido útil o inútil a ellos durante las reuniones.
SI que hacíamos como un inventario de todo lo visto, ver que pueden mejorar para el siguiente proyecto de nuevos emprendedores y ayudarles a que se familiaricen con aplicaciones de diseñar productos, logos, redes sociales…etc
Ya que no tenía mucho que hacer en ese voluntariado porque ya estaba llegando a su fin, me involucre en otro voluntariado.
Santa Fe es conocida por tener una universidad muy muy buena que se caracteriza por su internacionalización ya que no solo muchos estudiantes santafesinos realizan intercambios, sino que es la universidad (UNL, Universidad Nacional del Litoral) que recibe a muchos intercambistas de todas partes del mundo.
De ahí, que mi coordinador del proyector, al saber que estaba acabando mi inicial voluntariado me animó a probar otros. Yo estudio derecho y hablé con la secretaría de extensión de la facultad de abogacía para ver que opciones había. Al final me acabé sumando a un voluntariado en un barrio que desafortunadamente necesitaba mucha ayuda y muchos recursos. Nosotros solo ayudábamos en una pequeña parte.
Las Loma, el barrio a dónde íbamos a ayudar, era un barrio muy pobre con unos índices de criminalidad muy altos, por eso teníamos que tener cuidado cuando íbamos. En Las Loma habían organizado un huerto para intentar reinsertar en la sociedad a algunos jóvenes que estaban metidos en bandas o en grupos peligrosos. Nosotros íbamos a ayudarles con el huerto y la verdad que fue una experiencia increíble. Los chicos, muy jóvenes, sabían muchísimo y estaban muy interesados en que saliera bien la huerta. Plantábamos de todo, acelgas, rúcula, lechuga, maíz.. entre otras cosas.
Cuando íbamos, teníamos que ir muy pronto por la mañana ya que (sobre todo los meses de noviembre y diciembre) las temperaturas eran muy muy altas y no se aguantaba al sol tanto tiempo. Tuvimos que enfrentarnos a problemas durante el tiempo que fuimos a ayudar porque en varias ocasiones, entraron en la huerta y robaron las herramientas, los materiales con los que enseñaban a los chicos todo lo que hacer en la huerta. ¡Hasta los ventiladores! Destrozaron la huerta, de manera que teníamos que volver a empezar. Otras semanas no podíamos ir debido al tiempo ya que en Santa Fe no era extraño que durante el día hiciera 30 grados, pero por la noche y a la mañana siguiente hubiera tormenta, y con tormenta o lluvia no podíamos ir.
Lo bonito fue como tanto los locales como el grupo de voluntarios (en su mayoría, estudiantes de derecho en prácticas de la asignatura de derecho agrario) siempre estábamos contentos y dispuestos a sacar la huerta adelante.
Además, tuve la suerte de colaborar con una feria de semillas para concienciar a los estudiantes de la autoproducción y de las huertas agroecológicas. Consistía en levantar un puesto en la facultad de derecho y repartir semillas y plantas de todo tipo -que habíamos plantado en nuestra huerta- a los estudiantes junto con unos folletos en los que venían instrucciones y un poco de información sobre nuestro voluntariado. ¡En teoría iba a durar unas 4-5 horas, pero en una hora y media ya habíamos acabado con todo! Fue todo un éxito y muchos estudiantes estaban interesados en el tema. Fue una gran sorpresa porque esperábamos que fueran a sobrar tantos folletos, como semillas y plantas.
Está siendo una experiencia increíble de la que puedo decir que te esperas hacer una cosa, pero acabas haciendo otra. Intervienes cuando hace falta ayuda, y de eso se trata, de estar disponible para aportar lo que este en tus manos cuando lo necesiten, sea abriendo una cuenta de Instagram o plantando diferentes tipos de tomates. Aprendes a adaptarte a lo que se te presente, a ser flexible, a disfrutar tu estancia ahí y de ser una ayuda más, a ser todos un equipo. Es una experiencia única que recomendaría a cualquiera. Les animaría a no tener miedo o que si tienes alguna duda, que no se arrepentirán de haberla hecho nunca.