VOLUNTARIA UAM en el proyeto ARTE QUE SE COMPARTE de la UNIVERSIDAD DE COLIMA, MEXICO
¡Hola a todos!
Me llamo Julia y al igual que vosotros también me concedieron la oportunidad de irme a un país de Latinoamérica como voluntaria. En mi caso estoy en México, en una pequeña ciudad en la costa del pacífico llamada Colima. He venido a colaborar en el Instituto Down, que es un centro educativo para personas con Síndrome de Down en la que encuentras desde niños muy pequeños de 4 años, hasta adultos de más de 40.
Yo soy graduada en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (CAFYD), y tengo el máster de profesorado de educación física. La labor que he venido a desarrollar aquí consiste en llevar a cabo un programa de actividad física en todos los cursos que combata el sedentarismo al que están tan acostumbrados y fomente el gusto por el deporte y la actividad física y el deporte.
Al principio fue difícil adaptarse a la dinámica del Instituto. Su forma de trabajo no tiene nada que ver con lo que conocemos en Europa, pero con paciencia y prestando mucha atención aprendes rápido cómo funciona aquí la vida. Lo que más me llamó la atención fue el poco desarrollo cognitivo que tiene el alumnado, pero ahora que conozco la situación del país, los recursos de la escuela y de las familias, todo cobra sentido. Recordemos que no hemos venido aquí a enseñarle a nadie cómo deben hacer las cosas, sino a ayudar en lo que se pueda, sin juzgar y sin criticar.
Al llegar a Colima la acogida por parte de la Universidad de Colima fue muy buena. Me vinieron a buscar al aeropuerto y estuvieron pendiente de mi durante las dos primeras semanas ¡incluso me llevaron a conocer a sus familias! Este trato tan cercano me ayudo mucho a adaptarme en este nuevo entorno, ya que al principio no conocía a nadie y siempre es más fácil cuando tienes compañía.
En cuanto al choque cultural, hay que admitir que es muy grande la diferencia entre Europa y México, solamente la forma en la que están edificadas las ciudades y el aspecto de las calles es suficiente para hacerte sentir fuera de lugar. Algo que he aprendido de esta experiencia es que los que vivimos en una sociedad acomodada y privilegiada del “primer mundo” tendemos a equiparar pobreza con peligro y delincuencia, y esto no tiene por qué ser así. Ahora que llevo aquí dos meses puedo decir que me encuentro tan cómoda caminando sola por la calle como lo haría en mi propia ciudad. Todos los días voy y vuelvo caminado del trabajo, y cada mañana saludo a las mismas personas, que al igual que yo se dirigen a sus trabajos. Colima es una ciudad con pocos recursos, pero llena de personas altruistas, hospitalarias y que te recibirán con la mejor de las sonrisas, siempre dispuestas a ayudar.
En estos dos meses he conocido varios lugares de México, como Guanajuato o la Ciudad de México, y no deja de sorprenderme los tesoros que alberga este país. Es sin duda un país que debe estar en tu lista para visitar. Por no hablar de la comida… ¡más vale que te gusta el chile! Está todo bien picoso, como dirían aquí.
Ya por último, algunas anécdotas graciosas que seguro nos han pasado a todos parecidas. Aquí el significado de las palabras cambia, y lo que para mi era una frase tan inocente como “coger en brazos al compañero de al lago” ¡aquí puede llevar a un gran malentendido que como profesores es mejor evitar! ¡La palabra agarrar se ha vuelto de las más utilizadas de mi diccionario!
Me siento muy afortunada de estar viviendo esta experiencia. Que sea o no sea lo que me esperaba poco importa ya, lo que importa es el gran aprendizaje que me llevo y la experiencia vital irrepetible que supone vivir en otro país y bañarse en su cultura.