Otra vez esa bofetada de humedad nada más salir del avión, esos olores tropicales, selváticos, en el primer viaje en coche, de noche, a las 6 de la tarde, una gran sonrisa. Mosquitos, oscuridad, luces de linternas, caminos de piedra, de tierra, agua, cabañas de madera, frescor del bosque, aire. Parque Tehuacán.
Despertador a las 7 a.m., ruidos de ducha, salgo de la mosquitera, mi turno en el agua fría del parque; “esta noche hubo tormenta, ¿dormiste bien?” “¿sí, y tú?” “me desperté varias veces, pero sí”; ropa cómoda antimosquitos, zapatos duros; desayuno fuerte si daba tiempo, sino, pupusas; llegada a la alcaldía, conexión wifi; mamá, papá, todo bien; amigos, estoy feliz; comienza el trabajo, AutoCAD, entrevistas, dibujos, videos explicativos, investigación sobre el material, dudas, dudas, dudas, más dibujos, apuntes, información; bambú, el material del futuro, miles de posibilidades, mucho aprendizaje y muchas ganas; un prototipo, necesidades, sueños, innovación; 12 a.m. calor en la calle, almuerzo en el mercado, “ojalá sean papas rellenas”, “quizá han vuelto ha hacer chile relleno”, “quiero pollo dorado”, “arroz no, por favor, no más arroz”; “¿tomamos un licuado?”, “hoy yo quiero un bollo”, “yo un chocobanano”, “yo me espero al café”; más trabajo del de antes, “¿cuándo vamos a Colombia?, necesitamos esa base para proyectarlo”; entrevistas en las comunidades, “¿cómo le gustaría que fuera su casa?”, “¿cuántos viven acá?”, “¿cómo es su baño?”, “¿dónde tienen la letrina?”, “¿cocina de leña o de gas?”; vuelta al parque en Gloria Berta; cocina y aguacates, más aguacates; Choto, Adin y Luna; Pajilla y muchacha, las dos preñadas; vuelta a la cabaña, veremos que fauna nos espera hoy, cucarachones, maxi-saltamontes, tarántulas o alacranes, incluso una mezcla de varios; ducha fría, pijama y vuelta a la mosquitera; últimas palabras del día; luz roja y un buen libro, sueño, sonriendo.
Un nuevo hogar. Ya no necesitamos despertador, nos hemos adaptado a la luz del sol, es precioso; nos alistamos las 6 y a correr al complejo. “Hoy toca 30 minutos de carrera y un work-out de 10 etapas, tú acuérdate de estas 3, y tú de estas otras”. Música y a dar vueltas a ese verde césped bajo el sol abrasador de las 6.30 a.m. Estiramientos, cuerpo como nuevo, hambre; vuelta a casa, “¿quién se ducha primero?”, “yo tengo más hambre que otra cosa” , “yo hoy me lavo el pelo”; buen desayuno y un baño en una mañana para 6; papaya o piña, avena, granola, linaza, germen de trigo, leche y felicidad; “vamos yendo” , “saca la basura, coge los galones”; “hola, buenos días”; alcaldía, planos, dibujos, 3D, imágenes, detalles, uniones, construcción; no hay construcción, no hay respeto por el calendario, pero esto es cooperación, voluntariado; reflexión, dudas; nos adaptamos, rehacemos, no hay exigencias ni fechas de entrega, todo se moldea, flexibilidad; a veces hay frustración, pero seguimos; ya llamamos a la gente por su nombre, ya sabemos lo que va a haber para comer, los problemas de uno y de otro, ya sabemos donde la fruta es más rica y donde son más baratos los licuados, ya conocemos algunos rincones donde corre el aire, y a qué hora cierran las pupuserias, ya se nos escapa un “ahorita” y un “cabal”, ya formamos parte del día a día de las personas, ya somos un poco Tecoluca. Por la tarde vamos saliendo a cuentagotas del trabajo, a veces skype, a veces piscina, a veces libro o música, a veces peli en compañía; cena para 6, o para 8, o para 11 si bajan las chicas; unas cartas, más libro, música o conversación; buenas noches, calor y hierro, pero felicidad.
Yo, como tú,
amo el amor, la vida, el dulce encanto
de las cosas, el paisaje
celeste de los días de enero.
También mi sangre bulle
y río por los ojos
que han conocido el brote de las lágrimas.
Creo que el mundo es bello,
que la poesía es como el pan, de todos.
Y que mis venas no terminan en mí
sino en la sangre unánime
de los que luchan por la vida,
el amor,
las cosas,
el paisaje y el pan,
la poesía de todos.
Roque Dalton (escritor salvadoreño)
Todavía quedan párrafos por escribir y cosas que contar, todavía queda tiempo que disfrutar y sobre todo cosas que pensar. Lo bueno de salir de tu zona de confort es que se amplía. Y estamos felices.
Celia izquierdo Pérez