Mi nombre es Irati Herrera Ros y os escribo desde la tierra más cálida que jamás pisaron mis pies, también llamada Barranquilla, capital del departamento del Atlántico, Colombia. Desde que llegué hace un mes y medio con mis dos mochilas no he parado de sudar, es mover un dedo meñique y pum, la humedad del ambiente y su temperatura hace de mi cuerpo un trapo lleno de agua y sudor.
Pero más allá de esto, y de otras dificultades que surgen siempre cuando te vas lejos de casa, todo va estupendo y mi acogida ha sido más que cálida -obviamente, pues es cosa de la tierra caribeña- y muy muy amable. ¡Siempre es un gusto volar a América Latina! Mis primeras semanas fueron un continuo conocer, ir de un lado a otro, un poco perdida a veces pero entusiasmada por encontrarme en un lugar tan distinto al mío. He tenido que abrir bien los ojos y los oídos para no dejar escapar todos los matices tan apasionantes que esconde esta tierra. Me encuentro muy fascinada por la cultura, por la forma de hacer, por sus bailes y sus músicas. También por lo alta que ponen la salsa y la champeta allá donde estén. La mezcla cultural barranquillera es sensacional.
Respecto al programa del que formo parte como voluntaria, Prensa Escuela, únicamente puedo hablar sobre él desde el cariño y la pasión que muestran día a día todas y cada una de las personas que lo conforman. Especialmente la coordinadora del programa y docente, Sonia Rocío Cañón, una de las mejores anfitrionas que he podido conocer. Pero también todos los estudiantes de la Universidad Autónoma del Caribe, que día a día, entre exámenes, trabajos y parciales ponen todo su esfuerzo en promover la enseñanza de la comunicación, visitando y acogiendo a los pelaos -como dirían aquí para referirse a los jóvenes estudiantes- de los colegios de toda la región caribe del Atlántico. Desde luego, es más que admirable su proactividad para sacar día a día el proyecto adelante.
El programa consiste en impartir talleres sobre diferentes ramas de la comunicación, ya sea redacción, radio, televisión, expresión oral y corporal, o en mi caso, debido a mi gran afición, la fotografía. Ya son algunos los talleres que he impartido sobre esta gran materia, y la verdad, es algo muy reconfortante el enseñar desde la pasión sobre un tema. Da gusto ver las caras que los alumnos ponen al escucharte, debido a la extrañeza que sienten sobre tu acento tan español, pero también es muy curioso experimentar el interés que sienten los estudiantes sobre el tema y su proactividad para añadir comentarios y sugerencias.
Ya llevo aquí mes y medio, y es obvio que hay momentos en los que me siento algo más triste, o echo de menos el estar en España, sin embargo, cuando soy consciente de que estoy en Barranquilla, teniendo la oportunidad de absorber toda la cultura y la pasión caribeña, todo se me pasa. Para afrontar esos momentos de bajona me he apuntado a teatro todos los lunes cuatro horas, y esa dosis de movimiento y actuación me viene más que bien. La acogida en el grupo ha sido estupenda. En fin, qué más puedo contar. Está claro que estas experiencias son más que enriquecedoras, son aliento de vida y absorción de conocimiento, ya no tanto académico -que también-, sino también humano. Aumentar tu imaginario sobre el mundo, e impregnarse en otro lugar es algo que quedará siempre en ti. Y aquí y en esas me encuentro: disfrutando y aprendiendo de la vida barranquillera.