Llegué a Nicaragua un 28 de junio con el propósito de trabajar como voluntaria en una facultad de la ciudad de Estelí con temas de energías renovables. Es un proyecto para el cual tanto mi universidad (UC3M) en España como la UNAN han dedicado mucho dinero, tiempo e ilusión.
Asistí a un cursillo de preparación en la UAM antes de venir y creo que fue útil para disuadir la impresión que produce el gran cambio que se experimenta a la llegada.
El recibimiento no pudo haber sido más cálido. Mis tutores aquí me trataron desde el primer día como a un familiar lejano. Me abrieron las puertas de sus casas, me facilitaron un cómodo lugar de trabajo y se ofrecieron a ayudarme en lo posible.
El choque cultural es enorme en muchos aspectos y pronto supe que adaptarse era una cuestión de supervivencia y que debía aprovechar las oportunidades que te brindan los locales de participar con ellos en la vida cotidiana. Eso sí, creo que es importante respetar el ritmo de aclimatación de cada uno y no tener prisas.
En unos 15 días -que fue lo que tardé en encontrar una casa de alquiler, conocer el barrio, los lugares de referencia de la ciudad y a los primeros compañeros y amigos- ya me sentí una más del lugar. Empezaba a controlar la situación y, al menos, saber a quién acudir cuando se presentaba algún problema.
En el trabajo creo que también me estoy enriqueciendo enormemente. Aprendo de la creatividad que desarrollan aquí para suplir la falta de recursos, la enorme dedicación de los docentes, el trato amistoso entre compañeros de trabajo.
Al principio puede ser difícil adaptarse a un estilo de trabajo diferente y uno puede llegar a frustrarse, pero esto no era ninguna sorpresa y en todo momento he podido contar con apoyo tanto local como desde España. También considero constructivo
Y, por supuesto, también he aprovechado para viajar los fines de semana y conocer el país y a las gentes para entender su visión sobre conceptos tan fundamentales como la estructuración de las familias, la religión, la cultura o la política. Siempre con prudencia se puede aprender muchísimo.
En definitiva, después de los 3 meses y medio que llevo aquí me siento más capaz de disfrutar de la vida sencilla y de adaptarme rápido y creo tener una mayor perspectiva de la complejidad de este mundo.
Dicho esto, sé que aún queda mucho por hacer, ver y aprender. Eso es lo maravilloso.
Myriam Martín Torres
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