Ya ha transcurrido una tercera parte del voluntariado y parece que ha sido un pestañeo de ojos. Hace un mes llegué a Popayán, una ciudad al sur de Colombia situada a 100 km de Cali, la capital de la salsa, pero que en tiempo se demoran casi cuatro horas (porque aquí el tiempo funciona diferente, más lento, más tranquilo…).
La ciudad tiene un tamaño medio y un centro histórico, bañado del color blanco de su arquitectura colonial, lleno de vida y comercios. Estas características la convierten en una ciudad cómoda, bastante segura y muy cercana.
El proyecto a realizar en TECNICAFÉ tiene su base en una hacienda cafetera situada en Cajibío, a 15 km de Popayán. TECNICAFÉ es una empresa de tecnología e innovación de café que aborda tres principales campos, el impulso de empresas de pequeños emprendedores dedicados a la caficultura, el análisis de muestras de café y la docencia en temas como barismo o cadena de café. Durante las primeras semanas mi trabajo ha consistido en absorber toda la información posible y aprender sobre el mundo cafetero, que en mi llegada era aún un universo desconocido, y una vez empapada, comencé a elaborar el proyecto de una planta de reutilización de dos residuos del café: el mucílago y la cáscara.
Uno de los aspectos más interesantes de la labor de TECNICAFÉ es la divulgación de conocimientos sobre las nuevas tecnologías existentes para el procesamiento del café a pequeños caficultores de zonas rurales que realizan este mismo proceso de una forma más artesanal. Durante una semana, tuvimos la suerte de compartir un curso con caficultores ecuatorianos y ellos mismos nos comentaban el desconocimiento de herramientas como el refractómetro o la despulpadora, y la buena ayuda que serían para mejorar en la rapidez y la calidad de su café.
Respecto al impulso de nuevas empresas cabe destacar la agrupación de excombatientes de la guerrilla para la creación de una marca de café propia, abriendo las puertas a su reintegración social y apostando por un nuevo futuro. Otro proyecto interesante es el de pascafé, un grupo de mujeres que utilizan residuos del café como la cáscara o el mucílago para la elaboración de dulces como cerezas cocadas, galletas, suspiros o arequipe.
Hay que señalar la importancia de la enseñanza técnica al pequeño caficultor para lograr su prosperidad y poner en valor la calidad de su café, ya que el mundo cafetero es un buen camino para ir dejando de lado las últimas décadas convulsas del país. Frente a la idea extendida de una Colombia protagonizada por palabras como narcotráfico, cocaína o peligrosidad, resurge un pueblo humilde y trabajador que decide apostar por la paz y la honradez cultivando café en lugar de poblar sus tierras con marihuana y coca.