Llevo ya dos meses trabajando en AMANE (Association Meilleur Avenir pour Nos Enfants) en Rabat, una asociación establecida en un primer momento con el objetivo de luchar contra todo tipo de violencia ejercida contra los niños, pero que también trabaja en otros ámbitos como la defensa de los derechos de los migrantes[1]. Yo, en calidad de voluntario de la Universidad Rey Juan Carlos, he tenido la oportunidad de participar activamente en la elaboración de informes de investigación sobre buenas políticas y prácticas migratorias como preparación de unos talleres que se llevarán a cabo en los siguientes meses y en los que participarán instituciones marroquíes y demás grupos de interés; en el estudio de un proyecto de pacto internacional sobre migración que se firmará a finales de año en una Cumbre internacional que tendrá lugar en Marrakech; así como en la organización de una distribución de bienes de urgencia a migrantes estacionales por todo el país.
En un plano profesional, creo que he desarrollado muchas aptitudes que me serán útiles en mi vida laboral. Habiendo tenido mayoritariamente trabajo de oficina, he mejorado mis habilidades de investigación y de elaboración de informes, ambas tareas imprescindibles en el mundo de las ciencias sociales. Asimismo, al estar trabajando en una asociación marroquí cuyo idioma de funcionamiento es el francés, he podido desarrollar mis conocimientos de dicha lengua y he aprendido a utilizarlos en un entorno profesional, donde en más de una ocasión he tenido que ejercer funciones de traductor. Por último, desde una perspectiva más teórica, he podido profundizar en una de las ramas de las Relaciones Internacionales que más me interesa: los Derechos Humanos. El año pasado trabajé como becario en la Embajada de España en El Cairo y conocí de primera mano la labor de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo; y esta experiencia en Rabat me ha permitido ver el funcionamiento de una ONG desde el interior y entender mejor todas las piezas del puzle que supone la Cooperación para el Desarrollo, un mundo del que algún día formaré parte, inshallah![2]
Desde un punto de vista personal, todo tipo de experiencia internacional es tremendamente enriquecedora y ésta no ha sido una excepción. Salir de tu zona de confort es siempre una buena idea y, sobre todo, te enseña a conocerte más a ti mismo y te da herramientas para desenvolverte en todo tipo de situaciones. Marruecos es un país increíble y Rabat, su capital política y administrativa, una ciudad llena de vida y de posibilidades de aprendizaje. Los debates que he tenido con estudiantes locales sobre temas como la influencia de las potencias extranjeras en Marruecos o los derechos sociales defendidos en el Islam han sido incontables y los argumentos aportados, de lo más interesantes. A medida que vas viendo y entendiendo mejor otras culturas, vas aprendiendo a no dar por hecho ideas preconcebidas que tomas como axiomas debido a la educación que has recibido y, sobre todo, a escuchar: una facultad que desgraciadamente utilizamos poco y que supondría la solución a una gran cantidad de problemas.
Me gustaría añadir que recomendaría este tipo de experiencia a todo el mundo, sea del perfil que sea. Creo que vivimos en una pequeña burbuja que tarde o temprano tenemos que romper para entender finalmente que hay mil millones de formas de ver la realidad y que todas ellas son igualmente válidas. Además, considero que viajar, y, más en concreto, formar parte de un proyecto como éste, es la mejor forma de deshacerse de prejuicios que, queramos admitir o no, todos tenemos. Por todo ello, estoy muy agradecido y orgulloso de que la Universidad Rey Juan Carlos y la asociación AMANE hayan contado conmigo para este proyecto y afronto el mes que me queda con mucha ilusión.
[1] Para más información: http://amanemena.org/
[2] “Si Dios quiere”, expresión muy utilizada en el mundo árabe.