Buenas tardes desde Barranquilla. Soy Lucía López, recién graduada en Periodismo y Humanidades por la Universidad Carlos III de Madrid. Hace algo más de dos meses que llegué a Colombia y toca hacer balance.
El inicio fue duro, pero eso no es sorpresa para nadie. Quien comience una aventura como esta tiene que estar preparado para que el principio se haga un poco cuesta arriba, pero todo es adaptarse. Lo primero que te choca, sobre todo como madrileña, es la gran humedad caribeña. El calor es prácticamente insoportable y, cuando desde España me decían que aquí nadie caminaba, yo pensaba que era una exageración. Pero no lo es, aquí no se puede caminar. Los primeros días son de adaptación: a las siete horas de diferencia horaria, al anochecer a las seis y media de la tarde, a las frutas (que ninguna se llama igual que en España), a la conducción temeraria, a las palabras…
No obstante, los costeños hacen todo este proceso increíblemente sencillo. Son una gente muy acogedora, que te abre los brazos y que te recibe con ilusión, que están dispuestos a ayudarte en todo lo que necesites y en quien cuesta desconfiar. Por desgracia, yo llegué aquí llena de miedos (que me habían infundado) pero que perdí nada más llegar. Eso no significa que no debamos ser conscientes de que Colombia es un país más peligroso que España, pero nada comparado con lo que a mí me habían dicho.
Respecto al programa en el que yo estoy, Prensa Escuela, solo puedo hablar maravillas. Rocío Cañón, la directora del programa, es la mejor anfitriona que se pudiera desear. Prensa Escuela es un programa de la Universidad Autónoma del Caribe (trabajamos en la universidad) que se encarga de impartir talleres de comunicación para alumnos de los colegios de Barranquilla, que vienen los sábados a las instalaciones de la universidad. Nuestra labor como monitoras consiste en tutorizar un grupo y, en algunos casos, impartir alguna clase, como en mi caso fue redacción.
Prensa Escuela lo conforman, además de los alumnos de los colegios, voluntarios universitarios que estudian comunicación social-periodismo. Su acogida también ha sido maravillosa y su compañía hace el día a día ameno y agradable, son unos compañeros excelentes. Las primeras semanas nos dedicamos a preparar el programa de este semestre, luego llegaron los chicos y comenzó la locura. Su creatividad no tiene límites y su energía tampoco, pero también son algo vergonzosos y a veces cuesta sacarlos de su comodidad.
Las dos voluntarias que estamos aquí somos una atracción turística (en el mejor sentido de la palabra). Llamamos la atención allá donde vayamos y los chicos se fascinan de escucharnos hablar, quieren saber cosas de nosotras y nos preguntan infinitas curiosidades.
Barranquilla no es muy grande y no tiene un gran atractivo turístico, pero la región caribe, en la que Barranquilla se encuentra, es una de las zonas más bonitas que he visto, con lugares como el parque Tayrona. Y el programa y sus miembros entienden que estamos aquí para conocer y nos dejan viajar, nos recomiendan lugares e incluso nos acompañan en algunas ocasiones. Esta ciudad es una monarquía, la de la reina del carnaval. Desde agosto ya se habla de los carnavales (que son en febrero) y la energía de sus bailes y sus folclores es tal que me han convencido para quedarme con ellos y bailar en los desfiles (tengo cuatro meses para aprender).
Es todo nuevo, es todo aprender, empaparse y disfrutar, moverse, tener curiosidad y bailar. Echas muchas cosas de menos de España pero todo volverá.