VOLUNTARIA URJC en el proyecto REFUERZO PEDAGOGICO Y DOCENTE EN SUMBAWA en el PROYECTO HARAPAN, INDONESIA
Tras un mes y medio en Indonesia, puedo decir que, de lejos, está siendo una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida.
Después de muchos nervios e incertidumbre, llegó el día de partir a casi las antípodas. Carla, mi compañera de voluntariado, y yo íbamos un poco perdidas, pues no habíamos recibido mucha información de qué era exactamente lo que íbamos a hacer allí, dónde íbamos exactamente, y dónde nos quedaríamos. Por suerte, nos teníamos la una a la otra para canalizar toda esa incertidumbre.
Tras 27 largas horas de aviones y más aviones, llegamos a Bali, donde estuvimos un par de días hasta que aterrizamos en nuestro destino final: Sumbawa, una preciosa isla al sur de Indonesia, que ha resultado ser un paraíso para los surfistas de todo el mundo. Una vez allí conocimos a Carlos, el hombre que está detrás de Harapan Project; y a Mega, la maestra del proyecto, quien se ha convertido en nuestra mejor amiga aquí.
Nuestra labor en Sumbawa consiste en dos tareas diferenciadas. Por una parte, dar clases de inglés a Mega e intentar proporcionarle material didáctico para preparar sus clases (ella enseña a los niños que todavía no leen ni escriben); y por la otra, buscar materiales y preparar clases para, por las tardes, ir a los distintos colegios del distrito de Hu’u y dar clases de inglés a los niños. Luego, practicamos deporte y jugamos con ellos hasta el atardecer. Cuando tenemos tiempo libre, paseamos por la (paradisíaca) playa, jugamos con los niños (con nuestro indonesio de andar por casa), o nos relacionamos con los turistas que van pasando por Lakey Peak, el poblado de surfistas en el que vivimos.
Los primeros días, y como suele pasar cada vez que se sale de la zona de confort, fueron un poco extraños. Siempre cuesta adaptarse a una religión distinta, a la (deliciosa) comida, a la dinámica y la rutina (aquí la vida es muy tranquila) y, sobre todo, a lo que más quebraderos de cabeza nos está trayendo: el idioma. Por mucho que lo intentamos, diría que la barrera principal está siendo el hecho de no poder relacionarnos totalmente con los locales, y el no poder interactuar ni expresarnos como nos gustaría con los niños.
Sin embargo, está siendo una experiencia de aprendizaje constante, no sólo por el hecho de estar conociendo una nueva cultura o formas de hacer las cosas de manera distinta, sino también de conocerme un poquito más a mí misma y darme cuenta de cuáles son las cosas realmente importantes de la vida. No me puedo sentir más afortunada de haber podido formar parte de esto.